Originario de Tlacote El Alto, J. Jesús Suárez Aguilar recomienda el pulque para tratar enfermedades como la diabetes, anemia y hasta cáncer. Su experiencia lo respalda a la hora de realizar esta sugerencia, pues asegura que desde hace más de 30 años raspa magueyes y elabora pulque que luego comercializa, por lo general, en las calles. A eso se dedica y de eso vive.

Aprendió a producir pulque por su papá, que todo el tiempo tenía sus magueyes: “de ahí nos enseñamos a darles cuidado y a darles mantenimiento; a quebrar y a producir”, cuenta.

Don Jesús se refiere a sí mismo como una persona del campo, un campesino para quien el pulque es una bendición y una tradición. Asegura que a donde quiera que pase a venderlo se lo compran, pues mucha gente lo ocupa como medicamento o simplemente les gusta.

“Tengo varios que por medicamento me buscan, e incluso, van a mi rancho. Me han llegado clientes que lo toman para la diabetes. No se alivian, pero les da fortaleza; les da movimiento en la sangre, les da ánimo de trabajar, les da energía”, sostiene.

Añade que le han llegado clientes con anemia agradecidos porque a través de su pulque o aguamiel se han sentido mejor. “Últimamente me han llegado muchos que para cáncer”, indica. El natural y el aguamiel son lo que más vende, aunque hay clientes que le piden otros sabores como mango, guayaba, fresa, plátano, piñón y nuez.

Suárez expone que hay un detalle en relación con el maguey: éste es plantado en grandes cantidades, pero tarda entre 12 y 18 años para que le salga producto. En este sentido, advierte que los productores de la bebida se sienten tristes porque llegan los inspectores y les tiran el pulque, bajo el argumento de que las personas se emborrachan en la calle. A ello, el productor revira que toma quien quiere, y que no se le vende a nadie a la fuerza.

“Se siente mal de que le quiten sus cosas. Se siente uno impotente de que no puede hacer nada. Yo nunca me peleo con los inspectores. Les digo que me den chance. Yo donde vendo nunca lo vendo para tomar ahí. Traigo vasitos sellados y se lo llevan. Traigo bolsitas y se lo llevan. Yo nunca tengo bola de gente donde lo vendo.

“Por ese lado muchos productores del campo están agüitados porque no podemos hacer nada con la ley, y no nada más yo me dedico a eso. Para mi rumbo mucha gente vive de eso y todo el tiempo lo vendemos a escondidas, siendo una bebida de la naturaleza”, señala.

Ante la situación, los productores se la pasan escondiéndose de la ley para vender la bebida. Suárez señala que muchas veces no es mucho lo que se pierde, pero “de ahí sale para toda la familia porque esa es nuestra fuente de trabajo.”

Para la sed, el cansancio y el disfrute.

Suárez recomienda un litro de pulque para la sed, para el cansancio y para el disfrute. Refiere que hay clientes a los que les gusta el pulque de corazón, al grado que cambian una cerveza, cuba u otras bebidas por pulque. “Me hablan para llevarles su pulque”, dice orgulloso. Para él es una sabrosidad.

Explica que en los últimos meses del año el pulque se extrae tres veces al día: de 6:00 a 7:00 de la mañana, de 12:00 a 1:00 del día y de 6:00 a 7:00 de la noche. Se llega el tiempo de marzo, abril y mayo, y entonces se saca cuatro veces al día: de 6:00 a 7:00, de 12:00 a 1:00, de 5:00 a 6:00 y de 11:00 a 12:00 de la noche, porque con el calor la bebida se fermenta en el maguey y se agria.

El productor es consiente que necesita traer su producto lo mejor que se pueda para que la gente lo siga buscando y lo siga consumiendo. El pulque, dice, es delicado y debe de ser bien limpio porque si una poquita de grasa le cae se corta todo y se echa a perder.

“En tiempo de lluvias que cae una brisita nunca le damos ya uso al aguamiel porque si lo echo a la olla goteado a los dos o tres días se echa a perder. Cuando llega a lloviznar tiramos el aguamiel o la hacemos atole.” Dos veces por semana don Jesús lava sus ollas.

“Yo soy bien honesto y digo la verdad. Yo vendo diario el pulque. Diario salgo, pero volvemos a lo mismo; hay días que me lo quitan, días que me escondo y días que cambio de lugar. A veces ando en la calle y luego me respaldo en los tianguis. Trabajo los siete días de la semana vendiendo el pulquito.”

El plantío de don Jesús tiene entre mil 500 y 2 mil magueyes, no todos del mismo nivel. Un año el productor planta 100 y al siguiente puede plantar 100 más o incluso 200; algunas veces ha llegado a plantar hasta 500 magueyes, aunque refiere que no todas las plantas le salen buenas.

Para que le convenga la vuelta a la ciudad necesita traer mínimo dos garrafones pues asegura que con 10 litros no saca ni para la gasolina. Siempre trata de llevar consigo mínimo un garrafón de pulque y otro de aguamiel. El primero lo vende en 25 pesos y el segundo en 30, igual que si se tratará de pulque de sabor.

Permiso.

Suárez y otros productores buscan que la autoridad les otorgue un permiso para poder comercializar, pues asegura que año con año el gobierno los apoya con plantas de nopal y maguey, y luego sus trabajadores les quitan el pulque.

“Ellos no quieren que se acabe. El gobierno sabe que el maguey, aguamiel y nopal son nutritivos. No entendemos por qué nos dan la semilla y luego no quieren que cosechemos”, apunta.

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