Eliseo tiene tatuadas dos grandes alas en su espalda, recuerdo de aquellos tiempos de “loquera”,  en donde lo mismo enfrentó problemas de droga y justicia, que baja autoestima. “Mi vida era un desastre”, dice. Un amigo lo invitó a unirse al grupo de teatro comunitario de Chitejé de Garabato, Amealco,  de donde es originario, y aceptó sin saber qué era eso. “Me aventé, ahora sí que a la brava”.

A sus 30 años de edad, Eliseo Martínez Serdán es albañil, cunicultor, agricultor, jefe de  vigilancia en su comunidad, promotor cultural y de desarrollo social, y todavía tiene tiempo para la actuación, es miembro de la Compañía Queretana de Teatro Indígena.

¿El teatro te cambió la vida? “Me cambió la vida totalmente, ahí fue donde empecé mi proceso para reconocer que yo tenía problemas, ese fue mi primer paso, fue muy difícil que yo lo reconociera, yo decía: no soy drogadicto, yo no tengo problemas.  Y sí los tenía, tenía muchos y aún los sigo teniendo, pero ahorita ya los puedo sobrellevar con más firmeza, me reafirmo como lo que soy y tengo muy claro lo que quiero hacer ahora”.

En la Compañía Queretana de Teatro Indígena hay hablantes de otomí, Eliseo apenas  está aprendiendo, sus padres no le enseñaron la lengua para evitar discriminación. “Mis abuelos le prohibieron a mis padres que nos enseñaran, porque la gente nos discriminaba por hablar la lengua. Tenemos un pueblo vecino que está cerca de  Michoacán, la mayoría de la gente ahí es gente blanca y a nosotros nos trataban de indios, que hablábamos como perros, decían; nosotros éramos la mano de obra de ellos, nos trataban como ellos querían, mis abuelos, en su noción, nos estaban protegiendo”.

Además de Eliseo, también forman parte de la Compañía Queretana de Teatro Indígena: Edgar Valerio Salvador y Rosa Isela Serdán Chávez, originarios de Chitejé de Garabato, Amealco; Gabriela Luna Fuertes, de la comunidad Lindero, Amealco; Xuwa Vázquez Miranda y María Lucia Pascual Blas, de San Ildefonso, Amealco; José Lara Victoriano, de Santiago Mexquititlán, Amealco; y José Miguel Morales Dondiego, de Tolimán.

¿Quiénes son todos ellos? “Somos personas que hacemos el trabajo de corazón, lo hacemos de corazón no lo hacemos por ser estrellas, lo hacemos por hacer un bien tanto a la comunidad como a la gente de la ciudad, yo me reafirme y me auto acepté a través del teatro y quisiera trasmitir ese mensaje”, expresa con orgullo Eliseo.

¿De dónde soy? Gabriela Luna Fuertes entró a la Compañía cuando tenía 13 años.  A pesar de ser originaria de Amealco, la joven no se sentía parte de su comunidad, hoy es una incansable promotora de su cultura.

“El teatro me sirvió para dejar mi problema de drogadicción, para reconocer realmente de dónde soy, qué es lo que soy, de dónde vengo. Yo era una chica que discriminaba a las demás personas, las humillaba, las hacía menos; por el hecho de venir de una familia ‘mestiza’ yo hacía menos a las personas, cuando yo escuchaba hablar otomí a los demás me burlaba de ellos, ahora entiendo y respeto todo, porque también soy parte de la comunidad”, recuerda Gabriela.

Otro integrante de  la Compañía Queretana de Teatro Indígena es Edgar Valerio Salvador, un joven que se dice obrero, hace trabajos de jardinería, pintura y limpieza, pero es todo un artista, tiene su propio grupo musical, sus canciones intercalan frases en español y hñahñu.

“Yo tengo esa necesidad de compartir lo que veo, lo que hay ahí en nuestra comunidad y decidí hacerlo mediante el teatro, me gusta la música y el teatro, es algo en lo que me gustaría desarrollarme de tiempo completo, pero la cuestión económica tristemente no lo permite, entonces  tengo que buscar un trabajo que me dé una solvencia económica, yo soy obrero y trabajo haciendo muchas cosas, el estar aquí en el teatro es más por compartir, en el grupo hay amas de casa, albañiles, estudiantes, obreros, es más por esa garra de compartir lo que es nuestra cultura,  porque si hablamos de cuestiones económicas, pues no da”, afirma.

Grupos de teatro comunitarios. Desde hace 10 años la Unidad Regional de Culturas Populares de Querétaro, que preside Roberto Villaseñor, comenzó a formar grupos de teatro comunitario en las principales zonas indígenas de Querétaro.  De esas agrupaciones surge la Compañía Queretana de Teatro Indígena que tiene tres años y medio de existencia, dos puestas en escena y ya trabajan en un nuevo montaje que estrenarán para noviembre o diciembre de este mismo año.

“La idea de crear la Compañía Queretana de Teatro Indígena es para que de manera paralela al montaje de obra, los integrantes también se formen en términos de dirección y actuación para que a su vez ellos puedan continuar con el trabajo de teatro comunitario en sus lugares de origen”, explica Roberto Villaseñor, también director artístico de la Compañía, a EL UNIVERSAL Querétaro.

Todos los sábados, sin falta y con puntualidad, porque si no los regañan, los integrantes de la Compañía viajan desde sus comunidades hasta Querétaro para continuar con su formación teatral. Destellos de nuestra tierra ñhäñhu fue su primer montaje. La llama que no se extingue es su segunda puesta en escena y se presentó por primera vez en Querétaro, en junio. Dicha obra es una muestra del extraordinario trabajo que realizan estos jóvenes, con emotivas y cautivantes actuaciones, entrega total de principio a fin.

La llama que no se extingue representa un recorrido de la historia indígena, desde el místico momento de su creación, el don que reciben a través de la semilla, sus fiestas, su vestimenta, sus costumbres, su Dios; también incluyen el periodo de la conquista, cuando son obligados a dejar sus creencias, hasta llegar a la actualidad, en donde usan tenis, pantalón de mezclilla y playeras con una estampa de USA.

El futuro de la Compañía es prometedor,  ya trabajan en su tercer montaje, hablando de lengua, interculturalidad, educación, género y patrimonio cultural. “Cada uno de los temas lo tratamos desde la óptica de ellos, a partir de textos que se leen sobre la problemática, a partir de su observación dentro de las propias comunidades, a partir de platicar con los viejos y con la  gente que conozca  sobre esos temas, es un gran proceso de reflexión, que sí lo hemos tenido con las otras obras pero ahora es más profundo”, agrega Villaseñor. El proyecto se basará en  micro escenas de cinco minutos, para cada tema, y en noviembre o diciembre estará listo el montaje.

Los mismos actores intervienen en la creación del guión dramático, “porque si no hay textos apropiados para lo rural mucho menos para el medio indígena, los textos mexicanos, de autores mexicanos, en el mejor de los casos tocan cuestiones de corte popular, pero normalmente tocan cuestiones urbanas y de manera general ciertas problemáticas,  entonces tenemos que recurrir el método de creación colectiva y eso tiene como ventaja que logramos plantear la posición que ellos tienen sobre los diferentes temas”, agrega Villaseñor. Y pide estar atentos del trabajo de la Compañía.

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