Con la convicción de salir adelante a pesar de las adversidades, Silvia y Antonio llegaron a buscar una oportunidad laboral. Ellos son débiles visuales con historias muy distintas, pero viven circunstancias parecidas. No nacieron ciegos; perdieron la vista cuando eran adultos.

Silvia tiene 53 años y es originaria de Coroneo, Guanajuato. Cuenta que perdió la vista debido a una complicación con la diabetes que padece desde los 30 años. Hasta los 49, ella veía normal, “a mí no me gustaba decir que estaba enferma, no se me notaba, pero todo se complicó y a los 49 años, por una renopatía, perdí la vista”.

Eso la sumió en una depresión, no quería saber de nada ni de nadie. Cuenta que casi un año estuvo “encerrada”. No dejaba de llorar. “Imagínate perder la vista, no es algo menor. Me deprimí mucho, me quedé sin empleo”.

Gracias a su hijo pudo salir adelante y darle un nuevo sentido a su vida. Él la convenció de buscar algunas opciones que le ayudaran a vivir esta nueva etapa. Se sacudió la tristeza y la depresión y se animó a acudir al Centro de Rehabilitación Integral de Querétaro (CRIQ) e integrarse al Centro de Diagnóstico, Evaluación y Orientación Ocupacional conocido como sistema “Valpar”, el cual tiene el objetivo de realizar evaluaciones individuales a personas que con discapacidad.

Ahí se evalúan sus aptitudes, actitudes, sus capacidades de relación, sus hábitos de trabajo y capacidad funcional.

“Ahora me están enseñando computación. Antes me daban clases de sicología, de movilidad y orientación, masoterapia, manualidades. También nos enseñaron a saber cómo manejarnos en la calle. Ya ahora puedo moverme en el camión, voy y vengo”, dice contenta.

No ha sido fácil, este nuevo estilo de vida le ha costado mucho trabajo. Por ello, agradece la paciencia y el amor de su hijo, de hecho le ayuda con algunos gastos, pero no quiere sentirse “inútil”, por eso está buscando empleo.

“Quiero conseguir un trabajo, quiero que me den una oportunidad de demostrar que sí podemos hacer las cosas. Quiero salir adelante”.

No ha dejado de aprender cosas nuevas y no quiere dejar de hacerlo, de hecho ya se está preparando para tomar un curso de chocolate.

“Yo le pediría a los empresarios que nos dieran empleo. Es muy triste esto que nos pasó, pero a pesar de eso, sí podemos hacer las cosas. A mí me han puesto a ensamblar y ya demostré que sí puedo”, señala.

A la población le pide que sea solidaria con aquellos que sufren de alguna discapacidad, especialmente con los ciegos.

Confiesa que llora algunas noches porque se siente desplazada e incluso sola, por eso es feliz mientras está en el CRIQ, porque conoce gente nueva que vive circunstancias similares.

Iniciar de cero

Antonio, un queretano de 43 años, cuenta que desde muy “chamaco” comenzó en la carpintería, un oficio que disfrutaba. No le importaba la extensa jornada, sabía que su trabajo le ayudaría a llevar el sustento a su esposa e hijos.

Narra que hasta los 40 años veía bien, sin embargo, comenzó a sentir algunas molestias que lo obligaron a acudir al médico. Afirma haber sido víctima de negligencia médica, lo que le provocó una alteración en los nervios ópticos y provocó que perdiera la vista.

“Fui al médico porque ya no veía bien. Me mandaron unas inyecciones que no eran las adecuadas y perdí la vista”.

Como Silvia, Jorge sintió mucho odio hacia los médicos que lo habían afectado; mucho dolor por no haber cuidado su cuerpo, sus ojos. Su esposa e hijos lo abandonaron. Dice que la única persona que lo apoyó fue su madre, con quien regresó a vivir.

Sin embargo, asegura que la vida le ha dado una segunda oportunidad. También acude al CRIQ, donde ha hecho nuevos amigos e incluso donde ha encontrado el amor. “Ya hasta tengo una novia, es mi profesora de Braille. Bueno, hasta ya vamos a tener un hijo”, cuenta con una sonrisa que hace evidente su alegría.

Jorge, al igual que Silvia, pide que haya más oportunidades de trabajo para ellos y más ahora, que le preocupa la llegada de su nuevo hijo.

Agradece esta oportunidad, sin embargo, asegura que aún hay mucho que hacer en favor de las personas con discapacidad y de los adultos mayores.

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