Oralia Díaz Martínez quería reducir los daños que causaba al ambiente. Así que empezó a construir una particular vivienda. Quitó el baño de agua y lo sustituyó con un “seco”; cambió el horno de microondas y colocó uno de barro que funciona con leña, e instaló canales alrededor de su casa para captar agua de lluvia. En menos de cinco años quedó lista su casa ecológica, construida a base de barro.

Explica que las estufas son de leña, los hornos, de barro, y que los baños funcionan con aserrín y ceniza.

Dice que una casa como ésta resiste mejor un sismo que una convencional: “en una vivienda común, el mamposteo está hecho de cemento, que se cuartea en caso de shock, contrario a lo que sucede cuando el mamposteo es rellenado con piedra bola de río, ya que al ocurrir un sismo, se mueve de lado a lado sin provocar cuarteaduras”.

La conjunción de pasto con arena hace que sea una construcción sumamente sólida, al grado de que no necesita castillos; el material las hace aguantadoras. “Hay casas de 10 pisos. En Europa hay muchas que son totalmente de barro, que tienen ciento de años, que están en lugares muy lluviosos y sísmicos, y siguen firmes”, asegura.

Su vivienda, que se ubica en el municipio de Jalpan de Serra, en la Sierra Gorda de Querétaro, tiene también la característica de ser térmica, es decir, en tiempo de frío mantiene una temperatura media, y en el calor, refresca, gracias al barro.

La ecologista detalla que cuando hace mucho calor, “por ahí de las nueve de la mañana, hay que cerrar todas las ventanas y los tragaluces para que no se caliente, y queda fresca. Ya cuando baja el sol, se abre para que se ventile y se refresca”.

Económica y aguantadora

Según Oralia Díaz Martínez, estas construcciones son relativamente económicas en su funcionamiento y mantenimiento. Pone como ejemplo el caso del baño seco, donde las heces son depositadas en cubetas llenas de aserrín y ceniza que son reutilizadas, posteriormente, como composta o abono. Esta dinámica, asegura, no produce olores desagradables al interior de la vivienda.

El horno es un tambo de 100 litros forrado de barro, lo que permite que el calor que emana de la leña sea envolvente y garantiza la cocción de los alimentos.

Dice que estas casas no son muy caras. “Depende de cuánto se quiera invertir en mano de obra. Si estás dispuesto a poner mucha y todos los hijos te ayudan a poner el barro, te puede salir la mitad o menos de la mitad, pero si vas a pagar toda la mano de obra, a lo mejor te sale igual a una casa normal”, dice Oralia, quien forma parte del “Centro Tierra”, organización dedicada a la preservación del medio ambiente.

La ecologista precisa que en su casa “se usan hornos de barro como luz. Se introduce la lumbre en un tambo, lo que genera un horno envolvente. Además, el tambo tiene un hueco por donde pasa la lumbre, que entra y se esparce por el cuerpo. El barro retiene ese calor y el horno se envuelve de éste. Es eficiente, rápido y genial para ahorrar combustible”.

La casa también cuenta con un sistema en el que se recolecta el agua en tiempo de lluvias para su uso diario. Los canales recorren toda la casa y conducen el líquido a un depósito en donde permanece hasta ser empleado.

“Somos autosuficientes en agua. Pasa el tubo por la calle pero no estamos conectados. Conectamos el agua de lluvia en los techos, la guardamos y la utilizamos en la casa todo el año. Para riego tenemos el agua del arroyo”, explica.

Pone como ejemplo una casa tipo departamento, de una recámara, baño, cocina, sala y comedor, cuyo costo de construcción fue de aproximadamente 70 mil pesos “ya contando la mano de obra”.

Genera conciencia

Oralia Díaz Martínez explica que se dedica a dictar conferencias y talleres de cómo construir estas viviendas. Además busca a expertos en este ámbito que estén dispuestos ayudar para que la gente pueda hacer este tipo de casas.

El Centro Tierra del Grupo Ecológico Sierra Gorda se ubica en la ciudad de Jalpan de Serra, se encuentra bajo la dirección de María Isabel Ruiz Corzo.

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