El pelotón de militares apunta sus armas a la orden que les da su mando. Todos, con sincronía perfecta, disparan a la vez, haciendo que los asistentes a la ceremonia para conmemorar la Marcha de la Lealtad, entre ellos menores de dos escuelas, peguen un brinco por el estruendo de las salvas en honor a los cadetes del Heroico Colegio Militar que acompañaron al presidente Francisco I. Madero, del Castillo de Chapultepec al Palacio Nacional, el 9 de febrero de 1913, en el inicio de la decena trágica.

Dos horas antes, los soldados de la XVII Zona Militar, llegaron al Monumento a Francisco I. Madero, ubicado en el cruce de Madero e Ignacio Pérez, que luce flanqueado por dos vehículos blindados ligeros. A unos 20 metros de ese lugar, está otro transporte de personal, quien lleva al pelotón encargado de las salvas.

Del Jardín Guerrero parte el pelotón de alumnos del Colegio Militarizado Nuevo México, quienes escoltan a uno de sus compañeros caracterizado como el Apóstol de la Democracia, que monta un caballo, en dirección al mencionado monumento.

Los cadetes escoltan a Madero, como lo hicieron hace 115 años los cadetes del Heroico Colegio Militar ante la amenaza de un golpe de Estado.

Los queretanos que se encuentran en la calle en la fría mañana, observan con curiosidad e interés el traslado de los jóvenes cadetes, quienes marchan de manera marcial, ante los cierres viales momentáneos que se hacen a la circulación de automóviles, mientras pasa el pelotón completo.

Contrario a otros días, cuando está rodeado de puestos de jugos, tacos, y tamales, el monumento ahora luce limpio.

La llegada

El jinete y sus escoltas llegan. Se forman frente al monumento al Apóstol de la Democracia. Del otro lado, los estudiantes que son invitados a la ceremonia, que cumple con todos los protocolos de las ceremonias militares.

En la ceremonia, se recordaron las palabras de Francisco I. Madero, quien pidió el apoyo de los cadetes del Colegio Militar para trasladarse a Palacio Nacional, luego de la sublevación. Lealtad, valor que es característico del Ejército Mexicano.

Los menores escuchan con atención, bajo la mirada estricta de sus profesores, quienes ante el mínimo intento de relajar la disciplina llaman la atención de manera inmediata.

El teniente coronel de Arma Blindada, Alfredo Montiel Sánchez, dice que “es un gran honor para el personal militar de esta jurisdicción celebrar con todos ustedes el 105 aniversario de la Marcha de la Lealtad, por lo que quiero invitarlos, a cada uno de ustedes, a que honremos la memoria de esos cadetes del Colegio Militar que fueron partícipes en tan reconocida gesta.

Honrémoslos luchando contra la adversidad, contra la corrupción, conduciéndonos en todo momento conforme lo estipulado en nuestras leyes”, agregó.

En el discurso de la ceremonia de aniversario se destaca que actualmente todos los mexicanos deben de luchar contra a corrupción, como el principal enemigo de la sociedad, y que debe de ser erradicado.

Salvas

Para honrar la memoria de los 300 cadetes del Colegio Militar que escoltaron al presidente Madero, se disparan salvas. Los menores y todos los presentes observan los movimientos de los soldados, quienes toman sus armas, las cargan, apuntan y disparan.

El sonido de las armas disparadas al mismo tiempo retumba en el centro de la ciudad y, a pesar de estar preparados para la detonación, casi todos brincan con el sonido de los disparos. Los menores de las escuelas ríen nerviosos y divertidos por el “susto” que les acaban de pegar los soldados.

Tras las salvas, “lo más divertido”, alcanza a decir un menor, se entona el himno del Heroico Colegio Militar, para luego cantar el Himno Nacional Mexicano, con el cual concluye la ceremonia.

Los estudiantes son felicitados por el comandante de la XVII Zona Militar, César Gómez López, quién les pregunta qué les pareció la salva de honor, y si les gustaría dispararla algún día. Muchos responden que sí, para lo cual, señala el militar, tendrán que enlistarse en las fuerzas armadas.

Luego de recibir la felicitación, los menores rompen filas y se dirigen a otro de los objetos que más llamaron su atención: el blindado ligero. Reciben autorización de los militares para subir al mismo y tomarse fotografías en el mismo.

Los militares, amables como los menores, aceptan incluso posar para las fotos con los chicos que muy rara vez tienen oportunidad de estar cerca de estas unidades de la milicia. También los efectivos castrenses no tienen muchas oportunidades de interactuar con la población civil, por lo que el acercamiento es positivo para ambas partes.

Los curiosos que se acercaron para ver la ceremonia comienzan a retirarse del lugar, mientras que los cadetes del Colegio Militarizado Nuevo México esperan órdenes para dejar el lugar, y retornar a sus rutinas luego del deber cumplido.

Al final, también los invitados se quedan a charlar, como el general de División, Harold Henry Rabling Torres, presidente de la Asociación de Militares Retirados de Querétaro, quien conversa con el comandante César López.

Intercambian opiniones, puntos de vista, y de vez en cuando sonríen ante los comentarios. Luego, ambos mandos se despiden, se separan y, mientras el general Gómez charla con los medios de comunicación, detrás de él, los niños aún siguen en “la toma del blindado”, subiendo por sus costados, hasta que sus profesores los llaman a formarse y retirarse del lugar.

Lo único que queda en el monumento a Francisco I. Madero es la corona floral que se colocó para la ocasión, mientras la rutina vuelve a la calle, con sus puestos callejeros de comida, sus locales de frutas y verduras, así como sus variadas tiendas.

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