José Martínez Rosales, de 22 años de edad, se dedicaba a la venta de estupefacientes en los Estados Unidos. Durante dos años estuvo encarcelado en el país vecino, por posesión de 47 mil dólares en armas de fuego.

Después de su deportación, su familia lo envió a Querétaro para que iniciara una nueva vida, pues le dijeron que aquí encontraría trabajo.

José tiene tatuajes en el cuello, cara y brazos, los cuales indican su pertenencia a una banda latina-estadounidense, denominada “Latin Kings”, en la que sus integrantes se caracterizan por tener tatuados cinco puntos que hacen referencia a respeto, amor y paz, además de formar una estrella con las manos. Estos cinco puntos se ubican en la parte derecha de la cara, justo debajo del ojo.

“Allá las cárceles están llenas, 50% de mexicanos. Los que están allá dentro son indocumentados, pero que sí fueron a trabajar. Les tocó la suerte de que los agarró la migra. Allá en las cárceles nuestros rivales son los negros”, dijo.

Martínez Rosales tiene cuatro meses de radicar en Querétaro, después de su regreso de la Unión Americana, ahora se emplea como ayudante de topografía. Aseguró que está decidido a reivindicar su vida, motivado por su hija que dejó en los Estados Unidos.

La razón por la cual llegó al municipio capitalino, dijo, fue gracias a su familia, ya que lo obligaron a trasladarse a Querétaro por su tranquilidad y seguridad, pues cuándo regreso a México, llegó con familiares residentes en el norte del país.

“Cuando llegué al norte mis primas me dijeron ‘no aquí no te quedes, aquí pasan los narcos, te ven con el cuerpo tatuado y te van a alzar, mejor vete para Querétaro’ y pues ahora trabajo aquí”, explicó.

Posteriormente decidió tomar la palabra de su familia de regresar a Querétaro, donde a decir del joven, quiere trabajar bien, sin problemas

Martínez Rosales se fue a vivir a Estados Unidos cuando tenía cuatro años de edad, debido al denominado “sueño americano” de sus padres. Celebró que sus hermanos llevan una vida muy diferente a la de él, ya que ellos sí supieron aprovechar el hecho de vivir en Estados Unidos.

“Yo llegué a tener 47 mil dólares en armas de fuego y más de 18 mil dólares en efectivo, y hoy aquí en Querétaro tengo solo 20 pesos en la bolsa. Yo estoy pagando todo lo que hice, aún me falta, pero ya comencé”, reconoció.

La diferencia principal que detectó José a la calidad de vida entre Estados Unidos y México, fue el valor monetario que las personas le otorgan al trabajo, pues recordó que por trabajar una semana honradamente, percibía cerca de 5 mil pesos.

“Aquí la gente gana por semana 800 pesos. Yo trabajo con mi patrón, a él le dan unos cuantos pesos por el trabajo de topografía que desempeña, si mi patrón estuviera del otro lado le pagarían lo triple de lo que le están pagando aquí en este país”, finalizó.

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