C omputadoras, teléfonos celulares y pantallas, son los artículos más numerosos en la casa de empeño ubicada sobre avenida Zaragoza muy cerca de Tecnológico, donde por su ubicación muchas personas acuden “por algo de luz” para estos primeros días del año, luego de las fiestas y los gastos decembrinos.

No todos los que entran van a empeñar alguna prenda. Muchos ya lo hicieron antes y sólo van a pagar los refrendos para no perder su propiedad. Algunos más van a ver si pueden comprar un objeto a un precio más económico, aunque sea de medio uso.

Una pareja con un niño en brazos entra al lugar. Se dirige de inmediato a donde se exhiben los celulares en un vitrina de cristal. El surtido de marcas y modelos es variado, aunque el más económico no tiene un precio menor a los mil 500 pesos. “Busco algo de menos de mil”, dice el hombre a uno de los empleados, quien le comenta que tenía algunos, pero ya no están a la venta.

La pareja sale sin haber comprado algo, pero antes observan los relojes, que muchas personas han dejado en prenda o llevado a vender al sitio.

Un joven, de no más de 25 años, entra al lugar y se dirige directamente al mostrador. Un corpulento empleado lo recibe con un “qué me vienes a vender o empeñar”. El joven saca una consola de videojuegos de su mochila y le dice que la quiere vender. Tras unos minutos, el vendedor no puede hacer que la consola funcione, por lo que el empleado le dice que no puede comprarla, ya que tienen que verificar que los aparatos funcionen de manera adecuada.

El joven sale del local de manera apresurada, pues se le hace tarde para el trabajo, cargando en su mochila la consola que “no quiso jalar”.

Los posibles clientes entran y salen. El flujo de potenciales pignorantes es abundante, pues en estas fechas, con la cuesta de enero las necesidades económicas suelen ser más apremiantes.

Esta casa de empeño recibe todo tipo de productos. En sus anaqueles se observan desde planchas, tostadores, sandwicheras y licuadoras, hasta computadoras, relojes de marcas costosas, pantallas e impresoras, pasando por bicicletas y montables para niños.

Otro hombre, de mediana edad, quien no da su nombre “porque soy empleado de las fuerzas de seguridad del país”, dice que vino a pagar el refrendo de un artículo empeñado. Guarda rápidamente el recibo en su bolsillo y observa si por la avenida ya viene su transporte, para dejar el lugar lo más pronto posible.

El día continua en este lugar donde los queretanos, los que lo necesiten, encontrarán “la luz” que les hace falta para pagar una deuda contraída, o en muchos casos para librar la quincena.

Una mujer ingresa a la tienda. Saca una alhaja de su bolso y dice que lo empeñará. El empleado la observa con detenimiento, para evaluar cuánto dinero puede dar por el artículo. “Mil pesos”, le dice a la mujer, quien acepta el efectivo. Luego de llenar el formato en computadora, el trabajador-valuador le entrega la impresión y la nueva pignorante se dirige a la caja para recibir el efectivo. Lo guarda en su bolso, toma la bolsa de plástico que lleva y que había dejado en el piso y sale apresuradamente. “Es para pagar el predial. Ni modo. Así se va el dinero”, indica.

Uno de los lugares con más tradición para empeñar es el Nacional Monte de Piedad. A pesar de ser los primeros días de enero, se encuentra “tranquilo”. Pocos ciudadanos acuden a su sede, en el centro de la ciudad, para empeñar algún artículo. “Vengo a empeñar un reloj. Los gastos de diciembre estuvieron muy duros”, dice entre risas un hombre que acude al Montepío.

En las cajas se observa a unas cuantas personas que acuden a pagar refrendos de prendas que no han podido recuperar, a falta de dinero necesario.

El Monte de Piedad recibe casi cualquier tipo de artículo, desde joyas, relojes, automóviles, hasta discos compactos, cámaras fotográficas, de video y celulares, aunque éstos no deben de tener una antigüedad mayor a los dos años. Incluso, puede recibir artículos de piel, siempre y cuando no sean de pieles exóticas, pues no está permitido.

Aquí se pueden hacer hasta tres refrendos durante el tiempo del empeño, y concluido el mismo se debe de liquidar la suma del préstamo, los intereses generado y el IVA, sino se perderá el artículo, que luego será vendido en las tiendas de la institución.

La Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) recomienda a los ciudadanos que antes de acudir a una casa de empeño, se revisen opciones como un crédito personal o de nómina con algún banco, pero sólo ante una verdadera emergencia.

Sin embargo, la casi tradición mexicana de acudir a las casas de empeño, no se pierde. En una casa de empeño ubicada en el fraccionamiento La Pradera, en El Marqués, se observa un movimiento regular, no muy diferente al de otras temporadas, donde la gente acude a dejar algún artículo en prenda por una suma de dinero.

Además de las casas de empeño reconocidas, en los últimos años han abiertos sus puertas pequeños negocios que ofrecen estos servicios, aunque muchos de los cuales no están reconocidas ante las autoridades.

Por ello, la Condusef recomienda acudir a casas de empeño reconocidas, y comparar las tasas de interés, pues en algunos casos pueden alcanzar hasta 200%. En caso de necesitarse el efectivo, recomienda acudir a Instituciones de Asistencia Privada (IAP) como el Monte de Piedad, Montepío Luz Saviñón o la Fundación Rafael Dondé, que a diferencia de las casas de empeño cobran por meses de empeño y no por días.

Google News

TEMAS RELACIONADOS