Juan es un joven muy sonriente y alegre, originario de la Ciudad de México, pero que ha vivido casi toda su vida en Querétaro, tiene 27 años y desde hace siete años vive con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH).

Asegura que, aunque su estado de salud es mejor que el de muchas personas que no son portadoras del virus, haberse contagiado le ha traído diversas dificultades, sobre todo en el ámbito emocional y de pareja; ya que pocas personas lo aceptan para tener una relación formal.

Esto le ha hecho pensar en el suicidio o que vivirá solo porque no va a encontrar alguien con quien compartir una relación duradera.

Diagnóstico

Apenas a sus 20 años descubrió que era portador del virus. Un día decidió ir al doctor porque sentía su cuerpo muy extraño, le mandaron a hacer varios análisis y fue diagnosticado. Recuerda que se sintió muy abrumado con el diagnóstico y no sabía qué hacer.

Pesaba que su vida se había acabado, que viviría mal y moriría pronto, tenía, al igual que muchas personas, falsas ideas de lo que es ser VIH positivo. No quería relacionarse con nadie, o que nadie lo tocara, pensaba que iba a contagiar a todas las personas a su alrededor.

Se sintió culpable y se preguntaba dónde había fallado y por qué había sido irresponsable con su cuerpo, algo con lo que estuvo lidiando por mucho tiempo, pensando en todas las cosas que pudo hacer para evitar el contagio.

Estos estereotipos, ideas falsas y culpas se fueron disipando, debido a que acudió –luego que una amiga se lo recomendara- al Centro Ambulatorio de Prevención y Atención en SIDA e ITS (CAPACITS) en donde hasta el momento le dan atención psicológica y médica y lleva su tratamiento.

Ahí le explicaron que contraer el virus no era lo mismo que estar enfermo del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) y que se puede tener una excelente calidad de vida, si se lleva una vida saludable, buena alimentación y se toman los medicamentos que cada portador necesita.

Ahora lo comprende y prefiere ser portador que tener cáncer, diabetes, hipertensión u otros padecimientos que son crónico-degenerativos y que afectan la calidad de vida de las personas. El tema de salud es bastante manejable, no así el estigma social, enfatiza.

Estigma

Sabe que gran parte de la sociedad sigue estigmatizando a las personas que contraen el virus, sigue existiendo discriminación contra ellos y los juzgan y criminalizan, sobre todo porque uno de los tipos de contagio del virus tiene que ver con la sexualidad.

Dice que todavía muchos se “espantan” cuando se toca el tema de la sexualidad humana y relacionan el contagio del virus con la promiscuidad o con “falta de moral” cuando en realidad es el reflejo de una sociedad con “doble moral” que señala siempre al otro.

La ignorancia prevalece entre las personas, sobre todo en la sociedad queretanamocha”, platica, lo que a veces lo hace sentir como “una mancha en la sociedad”, es por esto que guarda en secreto su contagio y pocas personas a su alrededor saben que tiene VIH.

Lo ha ocultado de su familia, aunque los considera poco conservadores, le inquieta cómo podrían reaccionar, a pesar de no confesarles que es homosexual. Piensa decirles en algún momento, pero cuando considere que sea el tiempo correcto.

También lo oculta de muchas personas allegadas y solo a pocos amigos conocen su diagnostico, dice que no debería ser necesario decirles a todos: “la gente no anda por ahí presentándose me llamo Luis y tengo diabetes, ¿por qué habría que decirles lo mío?”.

Le molesta también que las personas tomen su situación como un “chisme más que contar”, cuando es su vida de la que están hablando, esto porque cuando le confió a algunas personas su diagnóstico, ellos a su vez le platicaron a otras y se volvió un asunto que comentaron entre sus conocidos por algún tiempo.

Esto lo hizo sentirse enojado y frustrado, no entendía como las personas podían banalizarlo y hablar de ello sin tomar en cuenta el proceso por el que estaba pasando.

El rechazo que ha sentido en algunos ámbitos lo ha guardado para sí, y es que asegura que en el ambiente gay también existe repudio, a pesar de que es un tema con el que ya están familiarizados y que hay muchas personas que son portadoras.

“El ambiente homosexual es muy malo, afuera buscan respeto, pero entre la comunidad no se tiene, hacen chismes, es malo que se diga quién tiene el virus, es una forma de chingar a la gente”.

Relaciones

Considera que ser portador del virus no le ha afectado en casi ninguna parte de su vida, pues se encuentra sano y además prefiere guardarlo en secreto, pero en las relaciones sentimentales sí le pesa y mucho enfatiza, porque ha perdido a personas muy importantes para él.

La primera pareja que perdió fue la que tenía cuando lo diagnosticaron ya que se sentía abrumado, culpable y que ponía en riesgo a su novio y por eso él mismo decidió dejarlo, fue una situación muy complicada, ya que además del proceso de aceptación del diagnóstico tenía que pasar por el duelo de la separación.

Así ha terminado a varias relaciones, la pareja más reciente que perdió ni siquiera le dejó explicarle que es el virus o que no puede contagiar a nadie debido a que tiene una carga viral muy baja e indetectable, por lo que aunque tuvieran relaciones sexuales sin protección no podría contagiarle.

Recuerda que esa pérdida fue un proceso doloroso, porque estaba enamorado y el rechazo de este novio fue grande, salieron durante algunos meses y pensaba que sería el hombre adecuado, tenían muchos intereses en común incluyendo querer tener una pareja formal y a largo plazo, algo que cada vez es menos común, asegura.

Vivir solo o suicidio

Trata de no desanimarse, pero muchas veces no ve alguna salida y esto lo ha llevado a pensar en el suicidio, considera que los suicidas tienen mucho valor y él no.

También piensa recurrentemente en que se va a quedar solo y que ninguna persona va aceptar tener una relación formal con él por ser portador del virus, considera que tal vez deberá vivir resignado y sin nadie, todo por los estereotipos de una sociedad que no quiere escucharlo.

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