Magia, ilusión, esperanza, imaginación, alegría y tradición se conjugan para que todos los niños reciban regalos en sus casas gracias a Melchor, Gaspar y Baltasar, durante la mañana del 6 de enero. Después de recibir el nuevo año, una de las primeras tradiciones que celebran los mexicanos, al igual que en varios países del mundo, es la llegada de los Reyes Magos.

El festejo hace alusión a los tres personajes que, sobre un camello, un caballo y un elefante, llegaron de Oriente —guiados por la estrella de Belén— para adorar al recién nacido niño Jesús de Nazareth y entregarle oro, incienso y mirra como obsequios.

En Querétaro, desde el año 2000, los hermanos Domínguez Pozas, Raúl (Melchor), Rubén (Gaspar) y Mario (Baltasar), son fiel representación de estos mágicos personajes.

Para ellos, es un homenaje a su señora madre, quien pudo verlos en vida ataviados como Reyes Magos, desde que el Patronato de las Fiestas del Estado de Querétaro los invitó a participar en el tradicional desfile decembrino de la Cabalgata Navideña y otras actividades.

Es una experiencia única que no representa ningún lucro para los portadores de las vistosas y ejemplares túnicas, que este año fueron elaboradas por las manos de algunas mujeres que se encuentran dentro del Reclusorio Femenil, al igual que otros vestuarios que ocupó en sus festejos el Patronato.

Imán de alegría

Afuera de la entrada del Cerro de las Campanas, Gaspar y Baltasar esperan. Melchor no ha llegado. A pesar de su magia no puede evitar ser presa del tráfico capitalino, pero no pasan más de 10 minutos cuando el tercer Rey Mago arriba a la cita con EL UNIVERSAL Querétaro.

Atraen miradas de padres e hijos que por ahí caminan. Cuando la última prenda está colocada en su lugar, no falta quien se acerca a ellos para pedirles que se tomen una foto del recuerdo. Los tres Reyes Magos están acostumbrados y son atentos en su trato.

Una niña se acercó a ellos para decirles que quería que le trajeran una bicicleta este año. Melchor se acercó un poco a ella para preguntarle si se había portado bien, así que la pequeña asintió y de pasó aprovechó para agregar a la petición una muñeca. Recibió una respuesta positiva de los Reyes Magos y se fue corriendo junto a su mamá.

De igual forma hubo adultos que se acercaron a Melchor, Gaspar y Baltasar para pedirles su foto, como uno de los guardias de la entrada del lugar, que al verlos, no dudó en acercarse y decirles: “Jóvenes me permiten una foto con ustedes”, a lo que Baltasar replicó: “Claro que sí, no más porque nos dijiste jóvenes”, comentario que provocó las risas entre los que escucharon la breve charla.

Una madre de familia también se acercó con su pequeño hijo, primero para tomar una foto al pequeño solo y, después, a petición de los Reyes, con los dos.

A su paso los Reyes Magos traen alegría. Dentro de la Cabalgata Navideña aparecieron en el último carro alegórico, el último del contingente, uno de los más esperados por los miles de asistentes que se reunieron por las calles del Centro Histórico una noche antes de Navidad, el pasado 23 de diciembre, recorrido en el que regalaron dulces en su avance y convivieron con las familias tomándose fotos y escuchando peticiones de regalos.

Una algarabía que se repetirá esta tarde, a partir de las 18:00 horas, con un recorrido desde Corregidora frente al Árbol de la Amistad, que avanzará por 16 de septiembre hasta Vicente Guerrero, donde seguirá para dar vuelta en Madero, después en Juárez Norte, una cuadra de Pino Suárez y terminará en Corregidora. El recorrido abarca las tres principales plazas del centro: el Jardín Zenea, Jardín Guerrero y la Plaza Constitución.

“Hacemos lo que aprendimos”

Son 16 años de personificar a los Reyes Magos, algo que a Mario Domínguez (Baltasar) en lo personal le hace sentir muy orgulloso. Además de la invitación del Patronato, platicó que también han hecho cosas por su parte, como visitar a pacientes del Hospital del Niño y comunidades de los municipios queretanos para regalar juguetes. “Estuvo muy padre pues nos metieron por todos lados, no nos cerraron ninguna puerta y hasta los residentes y doctores estaban felices de vernos ahí”, dijo.

Al igual que sus hermanos que son padres, Mario tiene tres hijas. “A la más chica le gusta mucho, cada año va por su foto, tiene 11 años, mis otras dos hijas son más grandes y también están contentas al verme como Rey Mago”.

Desde que comenzaron a representar a los visitantes de Oriente, se sorprendieron por la gran cantidad de personas con las que pueden convivir en un lapso de unas tres horas: “Cuando vamos un rato al centro, en unas tres horas nos sacamos unas 500 o 600 fotos. Nosotros no cobramos, la gente sólo llega y se junta con nosotros para retratarse”.

Rubén Domínguez (Gaspar) añadió que hasta los “Reyes hechizos, esos que están en el Jardín de Corregidora, quieren tomarse sus fotos con nosotros”.

Es inevitable. Quienes los ven se sorprenden por una apariencia tan natural como Reyes Magos, pues las vestimentas, en conjunto con su físico, semblante y simpatía, se complementan perfectamente para lograr una caracterización impecable.

Los Domínguez contaron que en total eran ocho hermanos, pero sobreviven siete. Destacaron que esta fecha significó una tradición familiar en homenaje a su madre, quien, sin importar la edad de sus hijos, siempre tuvo un obsequio alusivo al día, cuando los Reyes Magos dejaron de traerles regalos.

“Ella siempre tenía algo para nosotros, unos calcetines, dulces, pero nunca pasó un Día de Reyes desapercibido”, señalaron.

“Antes éramos una familia muégano, pero desde 2010, que falleció mi madre ya no nos juntamos tanto. Afortunadamente le tocó vernos varios años como Reyes Magos, tenemos varias fotos con ella, pero algo que se mantiene es que en los desfiles que hacemos en el centro cada año viene toda la familia”, recordó Mario.

Asimismo, Rubén reconoció que ellos han vivido en carne propia el que a veces no alcance para un obsequio en esta fecha: “Tuve una mamá fuera de serie y nos preguntamos: ¿Cómo le hacía?, porque a veces en algún momento nos las vimos difíciles, creo que eso nos inculcó, uno hace lo que aprende y tratamos de repartir esa alegría que nos contagió. Todo nuestro respeto para ella”.

Experiencia de gran impacto

Así como los pequeños se sorprenden con la presencia de Melchor, Gaspar y Baltasar, ellos también han tenido lecciones que, a pesar de su magia, los deja con un nudo en la garganta.

“Nos entregan sus cartas, los niños llegan, te abrazan y no te sueltan. Hemos visitado colonias de bajos recursos para dejar juguetes y hay veces que llegas a lugares donde padecen bastante”, indicó Rubén.

Una de esas veces, en la que se refleja la esperanza que generan en los pequeños los personajes mágicos, fue cuando visitaron una institución de asistencia a menores maltratados en la zona de Belén, en donde una niña de 10 años se acercó para preguntarle: “¿Tú eres uno de los Reyes Magos?”, y él contestó: “¡Sí, soy el verdadero Rey Mago y vengo del cielo!”.

Entonces la pequeña le dijo: “Te voy a pedir una cosa, si eres el verdadero Rey Mago me la vas a traer”. Sí, le contestó. “Tengo cuatro años sin ver a mi mamá, ¿me la puedes traer?”. Las gratas experiencias de este tipo han marcado la vida de los hermanos Domínguez Pozas.

Otro caso que recordó Raúl (Melchor), ocurrió en el Hospital del Niño y la Mujer, en donde un perro le había destrozado el labio a un niño por una mordida y trataron de consolarlo. “Son detalles que dejan marcado en estos 16 años que llevamos como Reyes Magos, son las cosas por las que no dejas de ponerte el traje año con año”, sostuvo.

“Hemos ido a las comunidades y los abuelitos, los papás, nos agradecen tanto, porque es una alegría grandísima para los niños, porque nunca habíamos ido para allá, muy padre la convivencia, aunque también no falta quien se quiere pasar de chistoso, pero es más lo bueno que deja esto”, añadió Rubén.

Es una experiencia que para los tres hermanos vale mucho la pena. No importa que dejen de trabajar algunos días, ni que no cobren por las fotos que se toman. Los hermanos Domínguez Pozas son los Reyes Magos queretanos desde hace 16 años, con la misma ilusión que empezaron. Ilusión y esperanza que de igual forma provocan en los miles de pequeños, a quienes escuchan por sus peticiones, con quienes se retratan, para colaborar así con un poco de alegría en un entorno social que cada día enfrenta dificultades y momentos oscuros.

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