Tras pasar el primer filtro sanitario —luego de la sanitización de manos, calzado y registro de temperatura—, apenas al dar unos pasos dentro del Congreso local, una mujer sale de prisa, se despide de sus compañeros de trabajo, tras comentar: “Ya me voy, salí positiva. La vez pasada salí negativa y hoy positiva”.

A la distancia se despide de sus compañeros, luego de salir del módulo donde se toman las pruebas gratuitas para detectar Covid-19, en el segundo piso de la sede legislativa.

Se abre el elevador, que indica haber llegado al segundo piso, y de frente se aprecia el salón de sesiones del Congreso, entre una neblina —que pareciera ser sanitizante— se distinguen algunas personas, previo a la Sesión de Pleno que está programada a las 12:00 horas.

Mientras tanto, en el stand de pruebas comienzan a llegar más trabajadores del Poder Legislativo. Un hombre se acerca, tras llenar su formulario y pregunta: “¿Hay de las negativas?”, tras sonreír y esperar.

Sobre el pasillo, a un costado del módulo, hay cinco sillas —divididas con los parámetros de la sana distancia—, en ellas esperan quienes llegan a su toma de muestra. En seguida, está el módulo, un espacio amplio, donde también hay sillas dispersas para que tomen asiento mientras realizan el proceso.

En la esquina inferior derecha, hay un estante con cajas de pruebas, donde dos personas coordinan el proceso y registro para realizar las tomas; en contra esquina, las puertas entreabiertas dan la bienvenida a un mirador, una zona ventilada, donde esperan los resultados.

“¿Tienes malestares?, ¿Algún familiar con Covid?, ¿Has viajado al extranjero en la última semana?”, preguntan al hombre que confía en que la prueba que le toque “sea de las negativas”.

En tanto, más personas continúan en el llenado de información, tardan un par de minutos, mientras están a pie o sentados en una hilera dispuesta para la espera de cinco personas.

El proceso inicia entre las 08:30 y 09:00 de la mañana, con la instalación del módulo; y terminan entre las 04:00 y 05:00 de la tarde, relata Gerardo Guadarrama, empleado del área de Recursos Humanos.

“Lo primero que se hace, es que las personas que participan dentro de la sala de sesiones son los primeros, porque son quienes tienen que ver con todo lo que es el trabajo legislativo, por eso se toma esa medida de que sean los primeros. Después todos los demás, el demás personal que tenga que ver o no con los asuntos de la sesión, hoy coincide en que es periodo de sesión ordinaria de los diputados”, comenta.

Explica que entre 25 y 30 personas colaboran en este proceso, desde habilitar los espacios para tomar la pruebas hasta la colocación de las sillas, de gel antibacterial. Las pruebas, precisa, las realizan desde que inició la pandemia por Covid-19; en días en los que se tiene algún acto programado, como la Sesión del Pleno, aplican de 200 a 250 pruebas, en promedio.

“Desde que inició el problema de la epidemia, siempre hemos tenido esa precaución, no sólo de las pruebas sino de todo lo que tenga que ver con las medidas sanitarias, de acceso, de lavado de manos, sana distancia, todo lo que ya sabemos del protocolo para Covid-19”, dice.

“Acá tenemos otro” comenta Gerardo, quien además es el primer filtro para las personas que llegan a las pruebas; de esta manera, dice, ya tiene un registro más que ha sido completado.

De traje y con zapatos lustrados, llega un hombre a la zona de muestras, trabajador en el Congreso; entra a la zona donde le tomarán la prueba, proceso que se pausa por unos segundos mientras pide que no le tomen fotos. “No me tomes fotos”, expresa a segundos del levantamiento de la muestra.

También en la misma área, se encuentra una trabajadora del Poder Legislativo, porta un uniforme con insignias oficiales. Le explican que “esta es una prueba que se pone por la nariz” y le piden descubrir, del cubrebocas, solamente la nariz. Al aplicar la prueba se genera una reacción inmediata de toser, entonces sale hacia el área ventilada para esperar resultados.

“Todo bien”, comenta una mujer, tras salir con un resultado negativo y continuar con su jornada de trabajo.

Por el pasillo que cruza el módulo, transita el diputado local por el Partido Acción Nacional (PAN), Gerardo Ángeles Herrera, saluda a los asistentes, pero se dirige hacia una oficina continua; pasan tan sólo unos minutos y hacia ese departamento se dirige el personal que toma las muestras, con una prueba en mano y el formulario que deben llenar los servidores públicos que acuden a la toma. Mientras, seis personas más, que se formaron en la fila —como todos los trabajadores— esperan la aplicación de la prueba.

Una toma de muestra en el cubículo de trabajo es una exención que no tienen todos los trabajadores del Poder Legislativo, al menos no lo parece para las personas que esperan en la fila para ser atendidos.

Tampoco lo es para la población del estado que hace largas filas afuera de los laboratorios, de las farmacias, en aquellos espacios donde la incertidumbre disipa incluso la sana distancia; tampoco lo es para las personas que solicitan una prueba a los Servicios de Salud local y hacen fila, en espera de alcanzar una prueba.

Mientras tanto, laboratorios localizados en el estado venden incluso en 550 pesos las pruebas de antígeno para detección de Covid-19, con servicio a domicilio. Las pruebas PCR, a domicilio, pueden encontrarse hasta en mil 600 pesos, es decir, equivale a poco más de nueve salarios mínimos. Otros laboratorios, que ofrecen los servicios en sus instalaciones, tienen costos de incluso de 260 pesos para pruebas de antígenos, pero de hasta 950 pesos la prueba de PCR.

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