Tras las recientes elecciones gubernamentales en México se pueden realizar análisis más certeros y profundos en torno a la política mexicana. Encontramos perdedores y ganadores de esta contienda electoral, que se trata de la penúltima antes de las elecciones presidenciales de 2024. ¿Qué impacto han tenido?

Hay una serie de consecuencias muy interesantes tras estas elecciones gubernamentales, sobre todo porque los gobiernos actuales de los estados que estaban en juego son dirigidos por lo que hoy se conoce como la oposición política del país. En tal contexto, para esta fuerza política era necesario mantener sus gobiernos en estas seis entidades, no sólo para fungir como contrapeso en el esquema nacional, sino para mantener el equilibrio con el partido oficialista en torno al número de gubernaturas en posesión. Pero no se logró.

De esta manera, el claro ganador en estas elecciones ha sido Morena al haber vencido en cuatro de los seis estados en juego, aumentando de 16 a 20 el número de gubernaturas en su posesión y pintando de guinda el tablero político de México. Con lo anterior, el partido oficialista se convierte, innegablemente, en el hegemónico en el país, como en su momento fue el PRI.

En cuanto a la oposición política nacional, se puede dividir en cuatro fracciones: el PAN, el PRI, el PRD y MC. Podemos comenzar con los tres primeros de manera colectiva y de manera individual. La coalición tripartita se generó para Aguascalientes, Durango, Hidalgo y Tamaulipas, pero sólo ganó en los primeros dos. En Oaxaca y Quintana Roo los partidos no participaron en alianza completa y perdieron.

Lo anterior permite continuar con el análisis individual. Para el PRD, la alianza significa sobrevivir una muerte pronunciada, lenta y anunciada desde hace años. Su más grande logro en las elecciones que todavía participa es conseguir diputados plurinominales, construirse una imagen de oposición política, seguir su lucha como EL (con mayúscula) partido de izquierda de México y, desde luego, seguir con vida en la política mexicana. No más.

En torno al partido blanquiazul, si bien su número de gubernaturas se redujo de ocho a cinco tras las elecciones, no fue el gran perdedor de la contienda electoral. Ciertamente esta derrota, que pudo haber sido peor, mermará su presencia política de cara a las elecciones presidenciales en 2024. Eso no le remueve su posición como el segundo partido político más fuerte del país y el primero de la oposición, pero sí quedó desgastado para enfrentar a Morena. Con lo anterior, vale mucho la pena preguntarnos si la alianza del PAN con el PRD y el PRI, marcas cada día más inservibles y menos redituables para la política, le suma o en realidad le resta.

Finalmente, el gran perdedor, sin duda alguna, es el partido tricolor. No hace mucho seguía siendo la hegemonía indiscutible en México, pero derivado de su corrupción, en muchos casos evidente y grotesca, sus prácticas ruines y sus malos manejos, la credibilidad hacia sus militantes comenzó a caer en picada.

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