Entre un banco de acabado en el cual pule suelas, tapas y termina de reparar el calzado y una máquina giratoria para coser parches y cierres, Martín Benjamín Hernández Servín trabaja en la renovadora “El tío”, que se encuentra ubicada en la calle Aurora en el centro de la ciudad.

Al oficio llegó desde pequeño, pues lo han heredado de una generación a otra; fue su papá quien se lo enseñó. Hernández Servín utiliza un cuchillo y clavos para reparar los zapatos de sus clientes.

“Todo esto de mi trabajo, de mi negocio, creo que es desde mi abuelito, porque mi abuelito hacía zapato nuevo, entonces él le enseñó a mi papá y mi papá siguió el trabajo de hacer zapato nuevo, ese era su oficio; trabajó en la zapatería Candelas, ya en los años 1971-1972 se independizó y abrió su taller en avenida Zaragoza. Ahí empezó con su renovadora, yo llegué como a los 6 o 7 años”.

En ese lugar trabajó por mucho tiempo, sin embargo, cuando la familia creció hace 20 años, tuvo que independizarse y desarrolló su propio negocio en la colonia San Francisquito, en la calle Revillagigedo abrió su primer local en donde trabajó cerca de 12 años y luego se cambió al lugar donde estaba el local de su papá.

“Cómo son las cosas, mi papá ahí comenzó su negocio y después de 30 años regresó; trabajé en lo que mi papá me fue enseñando, pero después de 8 años de estar ahí (avenida Zaragoza), nos pidieron el local y yo me tuve que cambiar a la vueltecita, que es aquí en la Aurora, en donde estoy desde hace tres años”; mientras que su papá se mudó a la colonia Presidentes.

La forma de hacer los zapatos se ha transformado, lo cual lo obliga a ir aprendiendo diariamente, para estar actualizado en el oficio.

“Los zapatos han cambiado de material, por ejemplo los tacones de mujer anteriormente venían forrados, ahora sólo vienen pintados, porque antes uno los forraba, entonces va evolucionando, uno tiene que actualizarse y dejar el zapato como es”, mencionó.

Expresó que el movimiento es variable, hay días en los que tiene mucho trajo, pero en otras ocasiones escasea, por lo que cuando se presentan los clientes son bienvenidos y con gusto desarrolla su oficio.

“Fíjate que varía, hay días donde hay mucho cliente, donde sólo vienen a dejar zapatos o a recoger zapatos y hay veces que está muy tranquilo y casi no hay mucha actividad. En los días que estás trabajando, da gusto, pero también hay días en los que no hay trabajo, esto es dependiendo”.

Martín Benjamín detalló que los precios de la reparación, por ejemplo, en tapas de zapatos de mujer van de los 35 a los 40 pesos; el de las tapas para zapato de hombre son 70 u 80 pesos; las suelas corridas de un hombre, de 180 a 200 pesos y el costo varía según el material que se utilice.

Es complicado el trabajo, explica, porque si se tiene un retraso es porque la máquina se descompone o no hay material, pero siempre se trata de dar una buena atención y un buen servicio en el día a día.

“Están los que se esmeran por dar mucha propaganda, pero la mejor que puedes dar tú es el trabajo a tiempo y ser honesto con el cliente, porque eso te va a recomendar a ti, tu trabajo, hacerlo con amor, con esmero, con cariño y con respeto”, manifestó Hernández Servín.

Explicó que su material lo consigue en una de las cuatro o seis peleterías que hay en la ciudad; sólo cuando tiene la oportunidad de ir a León lo compra allá; pero por lo regular lo adquiere aquí.

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