El mercado Josefa Ortiz de Domínguez, popularmente conocido como La Cruz, se inauguró el 12 de noviembre de 1979 entre las calles Gutiérrez Nájera, Damián Carmona y 15 de Mayo en la zona centro de la capital.

Antes de establecerse era un tianguis que se ubicaba en la Plaza Fundadores, frente al templo de la Santa Cruz y se le conocía como “El mercado de abajo”. El señor Jesús Ortiz Gómez, quien desde niño ha trabajado en la producción y comercio de queso y crema, compartió que vende en el mercado de La Cruz por una tradición de familia. Sus abuelos y posteriormente su madre vendían desde los inicios del mercado

Ellos son originarios de un pueblo llamado Caleras, perteneciente al municipio de Apaseo el Grande, del vecino estado de Guanajuato.

Su familia acudía a vender quesos, en algunas ocasiones llegaban al mercado caminando, haciendo un trayecto de más de dos horas. “Nosotros vivimos en un rancho que está a 16 kilómetros de la Plaza de Toros, hacia Celaya. Pero antes no estaba la carretera de cuota, nada más la Panamericana. Mi mamá viajaba en el tren y cuando no lo alcanzaba se venía caminando”, refirió el locatario Jesús Ortiz Gómez.

Doña José, mamá de Jesús, empezó a vender queso dentro de unas canastitas. Se sentaba cerca de la pileta en Plaza Fundadores. Con el paso del tiempo logró tener un local en el mercado y su negocio creció. “Le tocó su local a mi mamá, le dieron su local y ya empezamos a vender un poco más. Se hizo la carretera, la cuota y se nos facilitó un poco más venir al mercado. El local era pequeño, como de metro y medio. Después compró otro y con el tiempo empezamos a vender también jamón y crema”, recordó.

Él y su familia son productores desde que sus abuelos iniciaron con el negocio. “Ahora todo ha cambiado, el proceso y la elaboración del queso porque ahora se pasteuriza y se etiqueta. Antes no, para envolverlo había hojas de coyol y con eso lo hacíamos, no había plástico era con papel y con hojas y ya se ha ido modificando, pero seguimos trabajando el queso ranchero y la crema”.

Con el paso del tiempo se les empezó a facilitar la situación, empezando por el transporte. También comenzaron a trabajar otros tipos de queso.

Jesús lleva 22 años trabajando en el mercado, aunque su familia ha estado por 55 años en el comercio.

Mauricio Fonseca, administrador del mercado, destacó que un lugar con tanta tradición y comercio merece mantenimiento y mejoras en beneficio de los 501 locatarios.

“Es uno de los mercados mejores cuidados y más limpios. Acabamos de tener una remodelación como de un presupuesto de 10 millones de pesos. En ocasiones tenemos fallas de operación, por ejemplo cuando se tapan los registros, porque se tiran granos, grasa y eso hace que se tape el drenaje”, dijo.

Respecto al tianguis dominical que se realiza en el estacionamiento del mercado, destacó que la relación entre los locatarios y los tianguistas es cordial. “Todos pagan una licencia, todos tienen que dejar limpio. Tratamos de que los problemas se solucionen rápido”.

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