Una nariz electrónica que permita identificar olores a quienes han perdido el sentido del olfato o bien, ingresar a edificios con alguna fuga de gas, evitando así poner en riesgo vidas humanas, es ahora una realidad y es un proyecto desarrollado en la Universidad Tecnológica de Querétaro (UTEQ).

María Fernanda Tlamayanco es la estudiante de sexto cuatrimestre de la carrera de Ingeniería en Mantenimiento Industrial, quien emprendió este proyecto como parte de sus estadías profesionales al interior del Laboratorio Mirai, de la UTEQ, donde además desarrolla  un androide.

“Lo que hace la nariz electrónica es muy similar a lo que hace la nariz humana, por ejemplo, la nariz humana detecta los olores del entorno, las manda a señales olfativas y esas señales olfativas las manda como señales al cerebro y lo mismo pasa con esta nariz electrónica, lo que hace es que tenemos nueve sensores MQ que trabajan como si fueran la nariz, llegan los olores a los sensores mediante una placa que actúa como el cerebro y envía las señales”, explica.

Esta estudiante queretana descubrió su pasión por la electrónica desde que estaba en la preparatoria, cuando ingresó por curiosidad a una materia de electrónica digital y analógica y “cuando estaba ahí, me di cuenta de que me gustaba mucho la electrónica, ver todos los componentes eléctricos, todo eso me gustó mucho y fue una parte que me atrapó”.

Para María Fernanda, debido a su interés en el área industrial, este proyecto lo pensó para identificar la madurez de la fruta, así como para la industria láctea, por lo que pensó en su integración en un proceso industrial; sin embargo, al ir desarrollando el proyecto, se ha dado cuenta de que la utilidad de esta nariz puede ser aplicable a muchas más áreas.

“Creo que es un buen proyecto, ya cuando empecé a meterme más, me di cuenta de que tiene muchas aplicaciones y me di cuenta de que es un proyecto que realmente se puede utilizar en muchas cosas (…) Ahorita estamos haciendo pruebas justamente con frutas y ahorita, ya como lo tenemos, ya está desarrollado, creo que tiene buena racha, considero que va bien y sí creo que puede llegar a ser muy buen proyecto”, destaca.

Considerando los avances que se ha tenido con este proyecto, para la estudiante, la primera aplicación que le gustaría que tuviera esta nariz sería dentro de una empresa de alimentos o en un área de seguridad “que sea capaz de detectar gases LP, o diferentes gases para evitar muertes en seres humanos”.

Alejandro Castañeda Miranda es el docente responsable del Laboratorio Mirai, una filial del centro de investigación Mirai Innovation, ubicado en Japón, con el que se desarrollan ideas en conjunto con la finalidad de inferir tecnológicamente sobre los estudiantes a través de la ciencia.

Él explica que la idea de la nariz electrónica surgió luego de una visita que tuvieron por parte del consulado de Brasil, donde los empresarios pedían —luego de ver los proyectos que se realizaban en el laboratorio—, un proyecto que les permitiera garantizar que la Coca-Cola que se produce en aquel país tenga siempre el mismo olor.

“Lo que buscamos en el laboratorio es encontrar la forma más económica de poderles producir lo que requieren y llegamos a unos sensores, y lo que se hace es capturar las señales de estos sensores, meterlo a una base de datos para que con inteligencia artificial sea capaz de segmentar o separar estos componentes químicos y asociarlos a salidas que nosotros le pedimos al sistema”, detalla.

El científico señala que además de esta aplicación, la nariz podría permitir que aquellas personas que perdieron o vieron disminuido el sentido del olfato tras la pandemia por Covid-19,  puedan tener un auxiliar que les ayude a identificar olores y prevenir algún incidente por la fuga de algún gas, entre otros aspectos.

“Lamentablemente ahorita con las vacunas de Covid, generalmente están inyectando material magnético y el problema con el material magnético es que va a dar al cerebro, entonces cuando asociamos los campos eléctricos de la sinapsis hacia el campo magnético de estos fluidos, lo que tenemos es que empieza a ser un comportamiento y la forma de la sinopsis dándole una forma de espiral, y esta forma de espiral retrasa las señales eléctricas y muchas veces las desconecta, es por eso que con las vacunas del Covid están perdiendo el olfato, el gusto y muchas personas hasta la vista”, explica.

Por ello, si bien esta nariz no les permitirá recuperar el olfato, les dará una herramienta para poder reconocer olores que ya no pueden percibir.

“No recuperaría el olfato, sino es más bien copiar lo que hace el cerebro humano con el olfato, asociando a las señales eléctricas del cerebro con los olores químicos o los componentes químicos de un sistema, a eso nos ayudaría (…) La idea de todo esto es que al final tengamos un desarrollo tecnológico propio de la universidad ”, explica

Para Castañeda Miranda, la identificación de olores no es la única aplicación, pues también puede ser utilizado en áreas de seguridad.

“El siguiente paso es que lo vamos a incorporar a un robot para que, si estamos hablando de amoniaco, de algún gas que genere problemas para un ser humano, poder mapear el lugar y poder tomar precauciones. Esto podría servir, por ejemplo, en el caso de incendios, donde se tienen gases, generalmente metemos personas que a lo mejor se intoxican, la idea es meter un robot que pueda hacer un mapeo en general y tomar acciones en ese sentido. Sí existen aplicaciones potenciales del proyecto, yo creo que la siguiente fase, ya desarrollado y validado, sería buscar su inserción”, comentó.

El desarrollo del humanoide que portará la nariz es otro de los proyectos que ya trabaja María Fernanda como parte de su estancia en este laboratorio.

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