¡Pérense!, es decir, espérense, dijo Mauricio Kuri a los asistentes al primer informe de la Presidenta Claudia Sheinbaum en Querétaro. El anfitrión lucía desesperado ante la ola de gritos, tanto a favor, pero más en contra, entre los que más destacaba era el reclamo por su proyecto hídrico de El Batán.

¡Pérense! Lo dijo una vez, pausó y luego prosiguió con su discurso; con un rostro desesperado y algo fastidiado que deja ver que ya le cansan estos eventos y el ejercicio de la política.

El Batán fue uno de los temas que más le recordaron el sábado. ¡No al Batán!: cartulinas, gritos, consignas. Y justo días antes el gobernador había declarado, tal cual, “muerto” a su otro proyecto estrella del sexenio, además de Paseo 5 de Febrero. Uno supondría que lo hizo de manera estratégica para aliviar tensiones ante la posible visita. Eso es lo que le hubiera recomendado un buen asesor.

Pero hagamos análisis político real. Una cosa es la declaración del gobernador diciendo que su gobierno da por muerto a El Batán y otra cosa es la certeza jurídica y política. Analicemos los escenarios: Hasta el momento, no hay evidencia ni jurídica ni política de que el Poder Ejecutivo haya retirado la iniciativa del Legislativo. Incluso diputados del PAN defendieron la propuesta. Entonces, más que muerto, todo sugiere que está en lo que en política se llama un impasse. Quiso ganar tiempo ante la visita de la Presidenta.

¿Qué hay detrás de esta estratégica declaración? No creo que una declaración de ese tipo se haga a la ligera. Más bien, el gobernador juega a lo que los analistas anglosajones llaman blame shifting: trasladar el costo político o la culpa a otro actor político. En este caso no quiere asumir la responsabilidad del fracaso de El Batán y busca atribuírselo a Morena. De ahí la estrategia: yo propuse; no somos mezquinos; Morena bloqueó; acuérdense cuando no haya agua.

La segunda opción es que también puede tratarse de presión negociadora, donde decir que “está muerto” endurece las posiciones; quiso reventar los grupos internos Morena, para ver quién estaba con ellos y quién no, pero ya se vio que no pudo. Tres: También puede ser una tregua táctica ante el desgaste: nunca supieron comunicar qué querían hacer y la narrativa se la ganó siempre la oposición al proyecto —que no sólo es de Morena, hay que aclarar: organizaciones civiles también se opusieron. Esto busca cortar el sangrado para no seguir el desgaste del proyecto, sobre todo de cara a las elecciones, y apostarle a lo que sigue: el discurso de la crisis hídrica. Viene una crisis hídrica y el culpable será Morena; “ellos fueron, no votes por ellos”. Esa es la táctica que usa el gobernador: el blame shifting. Cargarle el muerto a otro, dirían en mi pueblo. Así que espérense, como diría el gobernador, a lo mejor El Batán quizá sólo ande de parranda política.

Periodista y sociólogo. @viloja

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