Tras la tormenta no viene la calma: deberían llegar la reflexión y la reconstrucción. El análisis desapasionado de cómo se llegó a esta desgracia que azotó Querétaro —cinco personas muertas en la Zona Metropolitana y miles de damnificados— es ineludible.
No fue un accidente; es consecuencia de una ciudad mal planeada, de una política de prevención deficiente por parte de Protección Civil y de obras faraónicas que estrangularon ríos y ahogaron cárcamos. No se anticipó la limpieza de drenes, pero se culpa a la ciudadanía. Se otorgaron licencias de construcción donde antes era paso del agua. La naturaleza le recordó a la política que siempre se impone si no se le respeta.
Arrepentidos, funcionarios panistas salieron con palas a ayudar a la población y a buscar el aplauso fácil en redes. Vergüenza deberían darles los TikToks de meses atrás: el del alcalde Felipe Fernando Macías, bailando al ritmo de Kendrick Lamar mientras presumía obra en Peñuelas —hoy devastada—, es de pena ajena. La naturaleza le borró la sonrisa. En la misma tónica, el video del senador Agustín Dorantes presumía que un nuevo cárcamo evitaría inundaciones. La promesa resultó como el Titanic. Se debe esclarecer la responsabilidad de esa obra en la inundación de Carrillo Puerto.
Esto no es una disputa de narrativa; es un acta de responsabilidad. Llovió como nunca, dicen las autoridades. Cierto. Precisamente por eso se necesita prevención: alertas a tiempo, cierres preventivos, rutas de evacuación y cárcamos sin fallas. La tormenta sorprende a quien no planea y exhibe a quien improvisa. Falta una cultura de prevención pluvial y ahí Protección Civil no ha cumplido su misión. Mientras tanto, el gobernador estaba en Nueva York. No es anecdótico: cada viaje coincide con una desgracia. Ojalá no vuelva a viajar el resto de su sexenio, por el bien de Querétaro.
La mancha urbana creció de manera desorbitada, pero la obra pública pluvial no siguió el ritmo. Claro, no se ve. No es obra de relumbrón como el Paseo 5 de Febrero.
¿Qué se debe hacer? 1) Publicar un calendario mensual por colonia con metas de obra pluvial: kilómetros de colectores, tramos y responsable con nombre y cargo; 2) transparentar un padrón de apoyos a hogares y negocios con folio, colonia, monto, fecha y estatus; y 3) abrir el atlas municipal de riesgos en formato simple, con puntos críticos y un mecanismo de reporte ciudadano con seguimiento real. Además, no descuidar la salud pública: el agua estancada alimenta mosquitos y eleva el riesgo de dengue.
Por lo pronto, algunos alcaldes ya cancelaron sus informes y el gobernador lo ha pospuesto. Pero que no olviden: Gobernar es prevenir, no sólo salir bailando en Tiktoks y anunciar vuelos a nuevos destinos.
El éxito de una ciudad no se mide por lo bonita que luce, sino por cómo enfrenta la desgracia.
Periodista y sociólogo. @viloja