Si siente que estas campañas políticas han sido más largas que la cuaresma, no está solo. Aunque han durado prácticamente lo mismo que en otros procesos electorales, en realidad esta campaña empezó hace casi tres años, a mitad del sexenio, cuando López Obrador decidió abrir el juego de las corcholatas presidenciales. Por eso nos han parecido eternas.
Esto provocó que la oposición se precipitara y jugara al ritmo que marcaba Palacio Nacional. Los resultados están a la vista: la mayoría de las encuestas coinciden en una clara ventaja de la candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia, Claudia Sheinbaum, sobre la candidata de Fuerza y Corazón por México, Xóchitl Gálvez.
Todo indica que la elección presidencial está prácticamente definida. Morena, más que preocuparse por la Presidencia, ahora se enfoca en afianzar su plan C: no dejar ni un resquicio para asegurar la mayoría en el Congreso. La oposición, por su parte, se desplomó rápidamente a nivel nacional, lo cual es preocupante porque en una democracia se necesita que haya alguien que enfrente al poder. Pero el bloque opositor ha sido víctima de sus propios errores. Se ha hundido, ha creado discursos vacíos y ahora necesita reinventarse urgentemente, apostarle a la inteligencia. El país no necesita una oposición chicharronera que sólo haga fuegos de artificio.
Mientras tanto, en el ámbito local, parece que la pelea por la presidencia municipal de Querétaro se ha cerrado. Y digo parece porque no tenemos encuestas confiables como las que hay a nivel nacional. La virulencia con la que ha respondido el equipo de Felifer Macías a los ataques del candidato común de Morena, Verde y PT, José María Tapia, indica que la contienda está más cerrada de lo que esperaban. Querétaro, un bastión panista, se encuentra en una situación similar a la de hace seis años, cuando Adolfo Ríos dio la sorpresa y casi le arrebata la joya de la corona al PAN. Lo que se pensó entonces como algo anecdótico, hoy podría repetirse.
En Querétaro, Morena carece de una estructura sólida y ha tenido que recurrir a personajes priistas, como la incorporación de Marco Antonio León Hernández a la campaña morenista en la capital. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que cuando las elecciones locales coinciden con las federales, como sucedió hace seis años, reciben un impulso significativo por la fuerza que ha tenido la izquierda a nivel nacional en las últimas tres elecciones.
Sin embargo, es crucial preguntarnos si los candidatos que Morena postula son realmente de izquierda o si la falta de cuadros y la desconfianza de la dirigencia nacional hacia los fundadores del partido en Querétaro ha obligado a recurrir a personajes ajenos a sus principios.
Mientras tanto, la incertidumbre persiste, como en toda democracia. La próxima semana analizaremos los resultados tanto a nivel federal como local. Será entonces cuando sabremos si este largo y sinuoso camino ha valido la pena.
Periodista y sociólogo. @viloja