“Hay hombres que solo quieren ver arder el mundo”, dice una popular frase de Batman. Esto me hace pensar de inmediato en el gobernador Mauricio Kuri, quien en dos años de gobierno se ha empeñado en hacer arder Querétaro como si fuera el Nerón del Bajío, que disfruta al ver cómo nuestra querida ciudad se incendia política y socialmente.
Derrochando su bono democrático, comenzó con un nuevo impuesto que inmediatamente generó malestar entre la población, obligando a desembolsar dinero extra por unas nuevas placas que, según él, servirían para el presupuesto de seguridad pública. Sin embargo, ni siquiera ha logrado mejorar la seguridad pública y las placas, que tienen apenas un año, ya empiezan a despintarse, al igual que su gobierno.
Y así, Querétaro continuó ardiendo con la trifulca en el Estadio Corregidora el 5 de marzo, cuando la violencia secuestró el futbol. Un mes después, dos funcionarios estatales fueron dados de baja, pero el golpe a la administración ya estaba hecho.
En serio, parece que al gobernador le complace ver arder Querétaro. Ahí está la represión a la pacífica y minúscula protesta por la ley de aguas, que, según sus detractores, abría paso a la privatización del líquido. A esto se suma la otra represión en Escolásticas, también relacionada con el acceso al agua potable.
Pero lo que realmente hizo arder a Querétaro con intensidad fue su magna obra faraónica de Paseo 5 de Febrero. Orgulloso de dejar su huella en la historia a través del concreto, el gobernador decidió demoler toda la avenida 5 de Febrero, una de las principales arterias de la ciudad, para construir una nueva, más bonita y, según él, funcional. Pero ¿qué sucede cuando una arteria se obstruye? Pues... un infarto. Y Querétaro padece un infarto con una arteria taponada, pero eso sí, bonita. Parece que la estética está por encima de la funcionalidad en su lista de prioridades.
Y para colmo, Mauricio Kuri ya incumplió su promesa de que la obra estaría terminada para el pasado 31 de agosto, lo cual está registrado en un documento de 2022 obtenido mediante transparencia. Aunque él pide optimismo y su gobierno asegura que la obra está al 75%, las dudas surgen cuando los vecinos de las zonas cercanas a la obra no pueden entrar a sus propias casas.
Y la situación empeoró durante los festejos de septiembre, cuando la ciudad sufrió un colapso debido a la danza de los concheros y el desfile. Fue un caos total, pues era imposible circular por la ciudad en esos días. ¿Por qué el gobierno no buscó una alternativa para evitar el caos vial de esas fechas? ¿Falta de capacidad o simplemente porque disfrutan viendo arder el mundo? No dudo de su capacidad, ya que de lo contrario no habrían sido contratados ni ganarían sus jugosos sueldos. Mas bien, me inclino a pensar que les agrada ser cómo Nerón y tocar su lira mientras arde la ciudad.