La sucesión gubernamental ya estaba en marcha, aunque nadie quería aceptarlo con todas sus letras.

A poco más de año y medio de la elección, el PAN queretano vive un juego de equilibrios rotos: el gobernador Mauricio Kuri intenta mantener el control de su sucesión para cuidarse las espaldas; de lejitos, Ricardo Anaya aún opera como poder fáctico, aunque le cierren la puerta desde Palacio; y Francisco Domínguez, con menos reflectores, conserva fichas silenciosas, pero activas... y no sólo en el PAN. Todos quieren jugar, pero no está claro quién pone las reglas.

Una fotografía reciente resume el momento: en una reunión convocada por Martín Arango, presidente estatal del PAN, posaron sonrientes Chepe Guerrero, Marco del Prete, Luis Nava, Agustín Dorantes y Felifer Macías. Según el guion oficial, fue una reunión de “liderazgos”. En la práctica, fue un casting no declarado de precandidatos. Un viejo ritual priista ahora en su versión panista siglo XXI: con corbatas azules y discursos domesticados, pero con las mismas puñaladas por la espalda.

La ausencia notoria en la imagen fue la de Ricardo Anaya. No fue invitado, ni falta que le hacía. Días antes, Kuri ya lo había descartado públicamente como posible aspirante. Un mensaje con dedicatoria que confirma lo que todos saben: Anaya incomoda, divide, pero no desaparece. Como buen operador, el excandidato presidencial entiende que el juego de la sucesión no se gana en las declaraciones, sino en los amarres invisibles.

Mientras tanto, el PAN se resquebraja ideológicamente. Ya nadie sabe si se trata de un partido liberal de centro o una franquicia de la ultraderecha. ¿Siguen creyendo en la subsidiariedad o en la Santa Inquisición? ¿En el Estado mínimo o en el adoctrinamiento religioso? La brújula se extravió entre tazas de café con Vox y fotos con Santiago Abascal.

En 2021, Domínguez logró lo que otros no: imponer candidato y ganar la gubernatura. Pero no hay garantía de repetir la fórmula. Loyola, Garrido y Calzada —aunque este último del PRI— aprendieron que el verdadero poder se ejerce en discreción el día después de dejar el cargo. Y ahí, todos los gobernadores terminan siendo figuras decorativas… si su sucesor no les quiere cobrar facturas, como Garrido a Loyola.

Hoy, el PAN enfrenta una paradoja: quiere seguir gobernando Querétaro, pero no sabe desde dónde ni con quién. Y lo peor: no sabe para qué. La maltrecha mediáticamente obra de Paseo 5 de Febrero es una muestra. El fracaso político de El Batán es otro. Sólo el tren México-Querétaro avanza, pero porque es obra federal.

Descartada una alianza con el PRI, Acción Nacional tendrá que enfrentar en 2027 a una fuerza de izquierda con un crecimiento inédito en esta zona del Bajío, que ha visto aumentar su fuerza tanto por los errores de Kuri como por la buena imagen federal.

Periodista y sociólogo. @viloja

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