Pensé que era una broma. Un meme, una noticia falsa tipo El Deforma, pero resultó ser otra hipérbole política de la era Trump: el presidente de Estados Unidos incluyó en su guerra comercial a dos islas perdidas en el océano donde no habita ningún ser humano, sólo pingüinos y focas.

Las islas Heard y McDonald, ubicadas a 4 mil kilómetros al suroeste de Australia, fueron puestas en la lista negra de países y territorios sancionados. Porque, en el mundo Trump, todo es posible, incluso que los pingüinos sean sus enemigos comerciales.

Una noticia así no podía pasar desapercibida y, de inmediato, los programas de sátira política estadounidenses tuvieron material para hacer reír a su público. Ante el escándalo, y a manera de control de daños, el secretario de Comercio, Howard Ludnick, desmintió en televisión nacional que la lista hubiera sido elaborada por inteligencia artificial y explicó que incluyeron esas islas —donde no viven personas— para evitar que fueran utilizadas como punto intermedio para hacer llegar mercancías a Estados Unidos.

Donald Trump, con una visión económica del siglo XX, ha empezado una guerra comercial imponiendo aranceles —tarifas a los productos de casi todo el mundo— con la lógica de fortalecer la industria nacional.

Este modelo no es nuevo, pero se aplicó en un mundo no globalizado. Por ejemplo, así lo implementó México como motor de desarrollo durante el llamado Desarrollo Estabilizador. Se impusieron impuestos a los productos extranjeros para fortalecer la industria mexicana que estaba en gestación. Si bien muchas industrias se fortalecieron, también abundó la mercancía de contrabando, conocida en México popularmente como fayuca, porque los consumidores preferían los productos extranjeros al tener mejor calidad, sobre todo los electrónicos.

¿Qué va a pasar con Estados Unidos con esta política arancelaria de Trump? Hay que tomar en cuenta que muchas de sus industrias sólo tienen el nombre y el diseño hechos en EU, pero la manufactura se realiza en China, Vietnam y otros países. ¿Se encarecerán esos productos icónicos estadounidenses? La apuesta del presidente es que las fábricas regresen a territorio americano, rompiendo así un proceso globalizador de más de tres décadas. ¿Nike, Apple, entre otros, volverán a producir en EU o castigarán a sus consumidores locales privilegiando el mercado global?

Esta guerra de aranceles —en la que primero amenazó a México y Canadá, y donde cada país respondió a su manera— puede ser el inicio de un proceso de desglobalización o el arranque de una recesión de la economía norteamericana, en la que México será inevitablemente arrastrado. Y quienes ya empezaron a pagar los platos rotos… son los pobres pingüinos y focas.

Periodista y sociólogo. @viloja

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