¿Qué tanto importa una fotografía en la era digital? En los antiguos tiempos, Fidel Velázquez decía que quien se mueve, no sale en la foto, porque una imagen en la prensa era valiosa, enviaba mensajes y acomodaba posiciones.
Hoy, en tiempos de TikTok, redes inmediatas e inteligencia artificial, donde todo puede trucarse, la pregunta es otra: ¿cuánto vale realmente una fotografía? ¿Vale más una foto que un encuentro político? Esa duda atraviesa el desencuentro entre la alcaldesa de Cadereyta, Astrid Ortega, y el gobernador Mauricio Kuri, después de la fallida reunión de la semana pasada en Palacio de la Corregidora. Sería la primera vez que el mandatario la recibiría.
La relación ha sido complicada desde el inicio. El primer episodio fue la huelga municipal que estalló por adeudos heredados y que dejó al municipio paralizado durante más de cuarenta días. En ese periodo no hubo un respaldo claro del gobierno estatal, lo que tensó más el ambiente. La crisis terminó por desgastar la imagen del propio gobernador cuando la alcaldesa encabezó una marcha hasta la capital. Aquella marcha fue un símbolo, no por su fuerza mediática, sino porque exhibió que el puente institucional entre Cadereyta y el estado estaba roto.
Pero hay otro frente: el agua. El manejo de permisos y la disputa por el control del servicio se convirtió en un tema político de fondo. El plebiscito autorizado para decidir si el municipio debe administrar el servicio terminó de fijar las posiciones: por un lado, la alcaldesa, que insiste en que el municipio debe asumirlo; por el otro, el estado, que llama a no politizar el tema, aunque todo alrededor ya es político.
En ese contexto fue la fallida reunión. Las versiones coinciden en que no hubo acuerdo sobre el protocolo de ingreso, en particular sobre el uso del celular. Parece un detalle menor, pero no lo es. Una fotografía puede convertirse en símbolo y el gobernador la cuida como si fuera parte de su capital político. La alcaldesa, por su parte, se burla del episodio en redes al publicar una imagen creada con inteligencia artificial, donde aparece abrazada con Kuri, ambos sonrientes. Esa ironía no solo desafía la versión oficial, también debilita la intención de controlar la narrativa desde Palacio de Gobierno.
¿Vale más una foto que un encuentro político? La forma es fondo en política, pero este caso desbordó ambas dimensiones. No estamos ante un asunto de protocolo, sino ante un ejemplo claro de mal manejo político. La relación entre ambos niveles de gobierno debería centrarse en resolver problemas reales no en definir quién aparece o no en una imagen. En un estado que presume orden, lo que menos se espera es que una fotografía se convierta en obstáculo para el diálogo. Porque si la política se reduce a eso, la foto deja de retratar la realidad y empieza a sustituirla.
Periodista y sociólogo. @viloja