Definitivamente, en este país uno no puede aburrirse, algo parecido dijo Monsiváis. Y yo a Monsi no lo voy a desmentir, sobre todo cuando la clase política se empeña en darnos horas de diversión dignas del campeón del humorismo blanco.

Y aunque nuestros políticos no tienen horario estelar en la barra de comedias de televisora alguna, más de uno dejaría sin chamba a los malos comediantes de hoy día. El más reciente chiste corrió por cortesía de Margarita Alicia Cervantes Arrellanes, alcaldesa de Monterrey, Nuevo León, quien tuvo la puntada de entregarla la ciudad a ¡Jesucristo! con todo y reconocimiento, como si fueran las llaves de la ciudad. Y ya encarrerada, lo nombró máxima autoridad. O sea, ¿ya para qué quieren los regiomontanos elecciones si ya tienen autoridad suprema eterna?

Que un gobernante entregue toda una ciudad a un ser divino es algo típico de la Edad Media, como cuando un rey se volvía protestante, tooodo el pueblo tenía que volverse protestante.

Y tenía que ser panista la alcaldesa que entregó la ciudad a Jesucristo. Me pregunto si antes ¿consultó a la población o al cabildo? ¿O se sintió como princesa medieval y creyó que sólo su palabra es la ley? ¡Qué alguien piense en el Estado laico tan olvidado últimamente!

¡Pobre Estado laico! Ya nadie lo respeta. Los políticos en su afán de quedar bien con las jerarquías religiosas y ganar votos, se olvidan de esa máxima que dice: Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Pero últimamente en México, todo lo del César ya es de Dios.

Claro, la alcaldesa no es la primera aunque sí la más aventada. Recordemos que en Querétaro ya habían hecho algo parecido los mismos panistas. En los tiempos no tan lejanos de cuando Manuel González Valle era alcalde y Amadeo Valladares su jefe de policía, se rindieron honores a Santiago Apóstol, quien dice la leyenda (repito: leyenda, no hecho histórico) le echó la mano a los españoles para conquistar estas tierras.

Aunque para el caos cotidiano que se ha vuelto la ciudad y la incapacidad de los gobernantes de resolver los problemas de transporte y desarrollo urbano, no estaría de más empezar a pedir un poco de ayuda divina y entregarle la ciudad. Igual y en una de esas la Virgen del Pueblito resulta más eficaz que nuestros gobernantes.

Periodista y sociólogo. Docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAQ. Director del semanario universitario Tribuna de Querétaro

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