En Querétaro, se abrió el debate público sobre si los dispositivos móviles y las plataformas deberían prohibirse para menores de edad. A propósito del tema, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UAQ organizó el 1er Foro “Infancias y adolescencias en redes sociodigitales: desafíos y oportunidades”.

El espacio puso tres ideas sobre la mesa: los profesionales de la salud mental están alertando sobre las consecuencias negativas de las redes sociodigitales; la reflexión sobre los usos sociales de las plataformas, y proponer la alfabetización para un uso crítico de las tecnologías.

Asumir sólo la primera conlleva una postura “determinista”, es decir, asumir que la tecnología tiene todo el poder sobre las personas. La realidad es más compleja: cuando se trata de tecnologías y de medios de comunicación importa el contexto de uso. Las condiciones sociales, culturales, educativas y económicas configuran cómo usamos los teléfonos celulares, las redes sociodigitales o la inteligencia artificial. No es la técnica en sí misma, es el uso, el sentido y el significado, y en esto inciden familia, escuela, amigos y más actores.

La alfabetización digital es más propositiva. Significa enseñar habilidades y competencias para un uso crítico de la tecnología. Esto puede promoverse desde escuelas y gobiernos a través de políticas públicas que fomenten el ejercicio de la ciudadanía digital, a partir del reconocimiento de los derechos humanos digitales, y el uso crítico de las plataformas y sus contenidos para generar sociedades más igualitarias y diversas.

No obstante, hay otro desafío. Las personas no llegamos en igualdad de condiciones a internet o a la tecnología: clase social, acceso a la educación, raza, género y contexto social son elementos que definen cómo usaremos —en principio— las redes sociodigitales y cómo el algoritmo limitará u orientará la información a la que tenemos acceso.

Por tanto, más allá de señalar a las redes sociodigitales y a las tecnologías como causas directas de problemas sociales, reflexionemos en torno a cómo distinguimos la información falsa y cómo usamos la tecnología, ¿para el entretenimiento? ¿o para aprender, resolver problemas o conocer puntos de vista diferentes, para la movilidad social, para conocer otras formas de acompañar a las infancias y a las adolescencias?, ¿para crear grupos de autocuidado colectivo o de economía solidaria? La tecnología y las redes sociodigitales son parte de nuestro tiempo, hay que valorarlas desde sus ventajas y desventajas, no desde discursos absolutistas.

Desde la investigación de las Ciencias Sociales, sabemos que otra ruta es garantizar los derechos humanos digitales, a partir de prácticas que promuevan el derecho a la integridad, a la intimidad, a la salud y al conocimiento. Esas son las tareas. ¿Prohibir las redes sociodigitales a las infancias y a las adolescencias es la solución? La respuesta la tienen las personas científicas sociales.

Vanesa Muriel Amezcua,

directora FCPS

Betsabee Fortanell Trejo,

jefa de Investigación y Posgrado FCPS

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