Lamentable que algunos dirigentes de partido, mediante la irresponsabilidad, abonen al deterioro de la política, en aras de alcanzar sus intereses personales.
Me refiero particularmente al dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya Cortes, quien de manera perversa quiere alcanzar para su partido, en la mesa, lo que no fueron capaces de acreditar con los votos.
En el pasado proceso electoral, en Coahuila, Estado de México, Nayarit y Veracruz la sociedad mexicana se manifestó diversa y plural, en Nayarit la alianza multipartidista se alzó con la victoria, en Veracruz se presentaron resultados varios y en Coahuila, el PRI retiene el gobierno del estado aunque pierde torreón y el control del congreso; en el estado de México, tal cual lo predijo Alejandro Moreno, el encuestador más atinado de los últimos tiempos, Alfredo del Mazo se alzó con una victoria de casi 3 % sobre Delfina Gómez. En estas elecciones, crecieron los índices de participación, se instalaron casi la totalidad de los centros receptores de voto, la jornada fue tranquila y pacífica, el proceso fue organizado por institutos electorales autónomos y fueron miles de ciudadanos quienes supervisaron el desarrollo de la elección, ex ante, in situ y ex post.
Los resultados ahí están y como en cualquier democracia, nadie lo pierde o lo gana todo; lo que es lamentable y deleznable, es la incapacidad de los políticos mexicanos para reconocer sus derrotas, y aquí el trofeo se lo lleva el señor Ricardo Anaya, el dirigente del PAN sale a decir que de acuerdo a “sus actas” habían ganado Coahuila, como si “sus actas” fueran distintas a “las actas” que contabilizo la autoridad electoral, si son las mismas, y según estas, el pan pierde el gobierno del estado.
De nueva cuenta, la democracia se vuelve rehén de algunos dirigentes y agendas, apostándole a la desmemoria, pretenden descalificar hoy a las mismas instituciones que hace algunos años estuvieron defendiendo, incluso descamisándose, cuando fue necesario. Es paradójico que, quienes se cansaron de apuntalar a un presidente que gano una elección por menos de medio punto porcentual se atreven a descalificar diferencias que son 4 o 6 veces mayores, en términos porcentuales.
Quienes han hecho de la contradicción su norma, deben ser descalificados por parte de una sociedad que merece respeto y demanda seriedad de sus políticos.
La democracia para florecer, necesita de más y mejores demócratas, no de políticos de miras cortas y ambiciones desmedidas. Basta ya de pretender hacer de la voluntad ciudadana, un elemento de negociación.
Ni un paso atrás, en la defensa de la voluntad popular, más allá del sentido de los resultados.
Diputado local, LVIII Legislatura.