En lo que a las mujeres respecta, la cultura occidental también hizo otro aporte nefasto. Desde que Eva dejó el Edén marcada por la culpa, la mujer tiene más mandato social sobre el cuidado; la mujer es más cuidadora que el hombre. El hombre está más habilitado, por ejemplo, a internar a su cónyuge en un geriátrico, la mujer no. Que ella no pueda cuidarlo está mal visto, pero si la decisión la toma él decimos ‘pobre, no podía más’…
Los estudios científicos relacionan mucho más el estrés conyugal con la mujer y el estrés laboral con los hombres. A nadie se le escapa que, llegados los 40 abriles, un varón pondrá en perspectiva el éxito profesional, mientras que para una mujer de la misma edad el parámetro más importante será la realización afectiva. Tener pareja o ser madre serán las variables con las que medirá su éxito personal.
"También existen cuestiones neurobiológicas que nos vuelven más vulnerables a las mujeres, que tenemos nuestra propia ‘danza hormonal’. En general, la mujer lleva su proceso de dolor, ‘aguantando’ y dando muchas oportunidades dentro de la pareja". Sin embargo, cuando la mujer toma la decisión de separarse difícilmente dé marcha atrás. Es cierto, eso sí, que la decisión llega cuando está al límite de sus fuerzas. El hombre, en cambio, hace crisis recién cuando enfrenta el divorcio.
Como sea, el bagaje físico, psíquico y cultural femenino complica los vínculos patológicos. "La mujer tiene esta impronta de cuidado maternal. Cuando se relaciona con un depresivo, un adicto, un hombre que no trabaja o un infantil, trata de ‘maternar’ en esa relación, lo que en general la convierte en una codependiente. Se hace responsable de ese hombre, se lo carga sobre sus espaldas. No es que ‘acompaña’ a su pareja, sino que asume el problema de él". Cuando un jugador compulsivo se endeuda, la que no duerme pensando en cómo conseguir dinero es su mujer, mientras el otro está relativamente tranquilo, seguro de que una vez más ella aportará la solución. A esto se le llama el “Síndrome de Peter Pan”.
En este síndrome, muchas veces Wendy hace todo para que la quieran aunque la pareja no haga nada por ellas.. No dice que no a nada, no pone límites. Sus vínculos son muy poco recíprocos, da demasiado y no recibe nada. Tiene miedo de reclamar y de enojarse porque siente tanto terror de que la abandonen que empieza a callar su enojo y así se acostumbra a vivir en un estrés crónico que, ya se sabe, es mucho peor que el estrés agudo".
En este tipo de vínculos, Wendy procura ayudar a Peter Pan a crecer, a sentar cabeza; justifica y hace un ‘esfuerzo de cambiarlo, trata de decodificar todo el tiempo qué está queriendo decir: “Esta mañana me sonrió cuando se fue…” El nivel de atención sobre el otro es muy fuerte. La mujer ha tenido un rol de dependencia y sumisión durante milenios. Se le ha enseñado a esperar que el ‘otro’ la elija. Aunque estos modos están cuestionados, los patrones psicológicos heredados pertenecen al inconsciente colectivo y llevará tiempo su modificación.
Es importante reconocer si estás jugando este rol en tu relación… Si es así, necesitas comprender que estás enferma y pedir ayuda para poder relacionarte de manera sana. Se requiere ayuda terapeútica necesariamente, ya que Wendy necesita verse a sí misma y aprender a cuidarse, así como devolverle la responsabilidad de su vida a Peter Pan.
Es importante, así mismo, que las mujeres dejemos estos patrones de culpa y sumisión que tanto dolor nos han traído a todos, ya que no estamos creando relaciones sanas y les enseñamos a nuestras hijas a repetir nuestras historias de dolor.