Las ganaderías de lidia por razones de orden legal, para la comercialización de sus productos, operaciones mercantiles propias de una empresa y hacer vida en el medio taurino de acuerdo a las exigencias establecidas, y en el cuido de su prestigio, deben cumplir con normas y costumbres que conduzcan a su identificación y el de sus semovientes.

Para identificar a una ganadería se utilizan el hierro, la señal y la divisa.

El hierro es una figura que se marca sobre la piel de las reses, generalmente entre los 8-9 meses, utilizando fuego para que este se pueda grabar en la capa o cuero del animal. Estos son característicos de cada propietario y deben ser registrados para evitar la utilización de diseños similares y poder certificar la propiedad.

La señal consiste en una muesca efectuada en una o ambas orejas de las reses, que se realiza con un artículo cortante, generalmente una navaja, y el tipo de corte realizado permite establecer la filiación de los ejemplares. De acuerdo a las formas de la incisión son denominadas, entre otras, zarcillo, hoja, horca, puerta, punta de espada y garabato. En el manejo de los rebaños se realiza esta faena en conjunto con el herraje de los becerros.

Las divisas en las ganaderías de lidia son distintivos, consistentes en unas cintas de colores unidas por un extremo en una especie de lazo o escarapela, y que por medio de un arponcillo se clavan en el morrillo de los toros, cuando se les da salida para ser lidiados, la utilización de diferentes combinaciones de tonalidades de las bandas, dan el carácter de exclusividad para cada una de las vacadas o cabañas que se registran.

Caracterizan a un rebaño su antigüedad, que data de la primera vez que lidia un encierro, su procedencia, que está representada por su árbol genealógico, y el nombre y ubicación de la finca en la que tiene su asiento.

En lo que concierne a la antigüedad en el uso de las divisas encontramos que José María de Cossío, en su obra Los Toros, señala “En unas cuentas de corridas sufragadas por el Ayuntamiento de Madrid en 1683, encuentro la siguiente partida, que ha de referirse a la divisa o distintivo semejante: sesenta reales que costaron las colonias que se pusieron a los toros para ser conocidos por los ganaderos”.

También hace referencia el citado autor a que en el siglo XVIII las ganaderías más importantes de Andalucía eran Vista Hermosa, Cabrera, Rodríguez y Giráldez. Estas para evitar confusiones y con ánimo de distinguirse, adoptaron por acuerdo la utilización de las divisas, eligiendo como colores respectivamente el grana, el azul, el blanco y el oro. Envueltas en un ambiente, donde la fiesta pasaba, de diversión no organizada con animo de lucro para algunos particulares, a espectáculo desempeñado por profesionales retribuidos.

Además del uso y costumbre, la aplicación o empleo de la divisa posee un marco legal dado por el Libro Genealógico de la Raza y el Reglamento de Espectáculos Taurinos.

Así mismo, el reglamento indica en la realización del espectáculo que todas las reses que se lidien en plazas de primera y segunda categoría llevaran las divisas identificativas de la ganadería, que tendrán las siguientes medidas: serán de doble arpón de 80 milímetros de largo, de los que 30 milímetros serán destinados al doble arpón, que tendrá una anchura máxima de 16 milímetros.

En ese marco de tradición, abolengo, solera y normas legislativas las ganaderías de lidia establecen y utilizan una divisa. Excepción hecha, de la ganadería de Miura que posee dos divisas. Una verde y negra que utiliza en la plaza de Madrid y una verde y grana en Provincias.

Con respecto a las divisas y su prestigio, el gran torero Joselito decía: A mí no me dan miedo las divisas. Al toro que me embiste por derecho lo toreo a mi gusto, y al que embiste torcio no paro a mirarle el hierro pá juí.

La divisa hace que el animal salga al ruedo con mayor brío, vistosidad y movimiento, por lo que creemos que siendo bien aplicada por persona calificada no tiene por qué generar ningún problema.

Lo de abolengo, solera y tradición que identifica la fiesta se debe respetar y conservar.

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