Sara Sefchovich

Lo mismo pero diferente

04/08/2019 |06:33Sara Sefchovich |
Redacción Querétaro
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He dicho muchas veces que el tejido social en México no está roto como nos quieren hacer creer, sino por el contrario, es muy sólido. Pero lamentablemente lo evidencia el apoyo a la delincuencia. Lo que siguió fue justicia por propia mano: los asaltados se acercaron al herido para recuperar sus pertenencias pero también para desquitar su ira: lo insultaron y patearon a pesar de los esfuerzos del uniformado por detenerlos.

Lo mismo que en el caso de Montse, la familia estaba pendiente y por eso llegó al lugar el padre, que evidentemente sabía de los hechos, pues de otro modo ¿cómo se enteró y se desplazó tan rápidamente?

La escena que siguió la hemos visto muchas veces: abrazando el cuerpo, el hombre lloró igual como había hecho una semana antes la madre de un asaltante muerto cuando intentaba robar un banco, que se lamentó: “Es mi hijo, es mi bebé”; igual que lo hicieron una semana después los miembros de la banda que roba a los usuarios del metro Tacuba, cuando uno de los suyos fue abatido; igual como lo hicieron los parientes de los ladrones de huachicol en Puebla y la madre de los narcotraficantes Carrillo Fuentes cuando mataron a dos de sus hijos.

La pregunta es: ¿Esperaban las familias que sus hijos pudieran delinquir sin que nunca les pasara nada, sin que nunca los detuvieran o incluso los mataran? Por lo visto sí. Y tienen razón, porque la mayoría de estos delitos quedan en la impunidad. Pero sucede que a veces no. Y ese es el riesgo.

Por eso supondríamos que deberían considerarlo antes de fingir que no se dan cuenta o incluso de darles la bendición a los suyos para que salgan a delinquir. Pero no parece que sea así. Al contrario: la familia del muchacho muerto amenazó al policía y a los comensales asaltados en el puesto, y en el video que circularon presumieron (y dispararon) armas largas.

Es decir, actuaron al revés: en lugar de intervenir para evitar que les puedan matar a otro hijo, prefirieron avisar que van a seguir. Este es el tejido social sólido al que me refiero: el de las familias, vecindarios, barrios completos que apoyan a la delincuencia, grande o chica.

A los parientes de Eddie ya los detuvieron, pero lo importante es que esa forma de reaccionar está aquí para quedarse: ¡Hoy son los delincuentes los que amenazan a la autoridad, no los que se sienten amenazados por ella!

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