El pasado fin de semana, Argentina experimentó una de sus elecciones presidenciales más complicadas, enfrentándose al complejo dilema de elegir entre la continuidad y el cambio.

La continuidad de los gobiernos que no han dado los mejores resultados para el país, o un cambio incierto liderado por aquel cuyo eslogan principal amenazaba con un rotundo "¡Que se vayan todos!". El resultado, ya por todos conocido: Javier Mieli, el libertario exótico, es el nuevo presidente de Argentina.

Revisar algunos datos sobre el comportamiento de los electores pueden darnos muchas pistas sobre lo que fue el verdadero éxito en la campaña de Milei.

El 40% de la población de Argentina tiene menos de 40 años y el voto es obligatorio a partir de los 18 años hasta los 69 años, mientras que los jóvenes de 16 y 17 años pueden votar, pero no están obligados. De ahí que uno de los fenómenos políticos que destacó en la elección del fin de semana, fue el voto de los jóvenes. En un país donde la política había sido dominada por las generaciones adultas, la participación activa de los jóvenes definió el nuevo panorama político.

La preferencia de las juventudes fue una de las pocas certezas que se tuvieron desde inicios del proceso electoral y que se mantuvieron a lo largo de la campaña. Todas las mediciones indicaron que el segmento “joven” se inclinó mayoritariamente por Javier Milei con una tendencia que no sufrió alteraciones: a menor edad, los números del libertario crecen.

Después de la primera vuelta, el sufragio por edad quedó reflejado de la siguiente manera: en la franja de los votantes entre 24 y 34 años Milei superó a Massa por un 10%. Entre la franja de 16 a 24 años Milei alcanzó el 61% de preferencia.

Estos resultados no deberían de sorprender mucho, pues la figura de Javier Milei, un outsider de la política tradicional nacido en los debates en redes sociales hizo eco en los oídos de la juventud y no solo de su país, sino a nivel internacional. Sus posturas extremistas y de fuerte crítica a los gobiernos actuales. Además de sus constantes exabruptos, ataques verbales y una mirada radicalmente distinta sobre la economía, fueron la puerta de entrada para una generación que nació y creció en crisis.

Históricamente la situación no era así. Por décadas, el voto joven en Argentina estuvo ligado a las ideas de izquierda y el peronismo, sin embargo, hoy hay una nueva generación que no se siente representada por esa política, las juventudes de hace 15, 10 o 5 años no son las mismas. Quienes en el pasado apoyaron las ideas progresistas y de izquierda, ahora votaron por un libertario con ideas de ultraderecha.

Este fenómeno no solo redefine la dinámica política en Argentina, sino que también plantea reflexiones importantes para la elección que tenemos en puerta en México.

Las juventudes estamos listas para asumir un papel protagónico en el destino político de nuestro país.

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