Con fecha 06 de febrero del 2025, las diputadas de Morena, del Partido del Trabajo, Partido Verde y Movimiento Ciudadano en la LXI Legislatura del estado de Querétaro presentaron una iniciativa para reformar la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Querétaro. El objetivo declarado: armonizar la normativa interna de la universidad con la reforma constitucional en materia de igualdad sustantiva, perspectiva de género y erradicación de la brecha salarial publicada en noviembre de 2024.
La iniciativa plantea cambios a los artículos 1, 8, 12, 17 y 19 de la ley universitaria, incorporando la obligación de garantizar la paridad de género en órganos colegiados y de dirección, así como establecer el principio de alternancia en cargos como la rectoría y las direcciones de facultades. En el papel, las propuestas se alinean con los principios de equidad e inclusión que han ganado fuerza en las agendas públicas. Sin embargo, el fondo del debate no está en el "qué", sino en el "cómo".
La rectora Silvia Amaya y diversos representantes de facultades alzaron la voz con firmeza y razones. La UAQ no es ajena al tema de la equidad. Desde 2021 ha impulsado un proceso de reforma integral de su ley orgánica, el cual contempla tiempos, mecanismos de consulta y participación de la comunidad universitaria. La iniciativa legislativa, en cambio, fue presentada sin diálogo previo, sin reconocimiento de ese proceso interno, sin un mínimo de deferencia hacia una institución que, en teoría, debería ser escuchada y respetada. La crítica central no es al contenido, sino a la forma: legislar sobre una universidad sin la universidad.
La misma iniciativa fue presentada para modificar la Ley Orgánica del Tribunal de Justicia Administrativa, del Tribunal Electoral del Estado, de la Universidad Tecnología, de la Escuela Normal, entre otras. Lo que hace evidente la mala práctica de gobernar desde el escritorio, como si cambiar las leyes fuera tan sencillo como hacer un "copy/paste" de un párrafo con buenos deseos.
La democracia no puede reducirse a legislar con prisas y desde las alturas. Legislar es, o debería ser, un proceso horizontal. Uno que implique escuchar, acercarse a las comunidades e instituciones a las que se pretende transformar. De otro modo, el riesgo es doble: se deslegitima la propia causa (en este caso, la paridad y la igualdad sustantiva) y se vulneran los principios que se pretenden defender, como la autonomía universitaria.
La paridad debe ser conquistada, no impuesta. Debe ser resultado del consenso, del diálogo, de la construcción colectiva. Y eso no se logra con decretos legislativos. Se logra respetando los tiempos, los espacios y las voces de quienes hacen vida en las instituciones.
Lo sucedido con la UAQ es una invitación a repensar cómo queremos legislar, cómo queremos gobernar y qué significa, en la práctica, construir políticas públicas con legitimidad social. No basta con tener buenas intenciones; los cambios verdaderos se construyen desde abajo, desde el reconocimiento de los procesos existentes, escuchando, dialogando y respetando.
@RubenGaliciaB