Hace algunas semanas compartíamos en este espacio de opinión la protesta que se había desatado en contra del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología (CONAHCYT) respecto a los nuevos lineamientos con los que categorizaban la prioridad de los posgrados y que derivó en la cancelación de miles de becas de estudiantes en todo el país.

Esta semana, la protesta tuvo uno de sus puntos álgidos pues frente a la poca disposición de las autoridades del Consejo, se conformó el Frente Nacional de Estudiantes de Posgrado que el día de ayer organizó una manifestación frete a sus instalaciones.

Sobre este tema, me parece existe información poco clara y en general una evidente desvinculación del sector científico con la mayoría de la población mexicana, muestra de ello son los resultados de la Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología en México (ENPECYT) que publica el INEGI.

Entre algunos de los resultados más destacados, la ENPECYT revela que 8.4% de la población en áreas urbanas señaló tener un interés muy grande por los nuevos inventos, descubrimientos científicos y desarrollo tecnológico. El 27.4% dijo tener un interés grande, el 39.2% un interés moderado y 25.0% declaró nulo interés por estos temas.

De forma similar, la encuesta revela que 5.2% de la población dijo contar con un nivel de información muy bueno sobre nuevos inventos, descubrimientos científicos y desarrollo tecnológico, el 18.8% un nivel bueno, el 47.0% moderado y el 29.0% un nivel de información nulo.

No sorprende entonces que ante una situación como la que hoy atraviesa la ciencia en México exista poco interés y conocimiento.

La situación, de acuerdo con datos del propio Consejo, está en que son 104 universidades, colegios e instituciones de educación superior públicos que han resultado afectadas en distintos niveles, por el recorte de becas. En el caso de Querétaro son 25 programas que fueron categorizados como no elegibles para becas, afectando a alrededor de 120 estudiantes.

Pero la realidad es que estos nuevos lineamientos van mucho más allá de las becas y de si los programas quedaron como elegibles o no elegibles, el hecho es que los criterios para determinar si un área de estudio tendrá o no respaldo del gobierno deberían ser públicos y transparentes, decisiones tomadas con base en evidencia y con la participación de los distintos sectores involucrados e interesados.

Lo mismo con los recursos y presupuestos que están destinados a este rubro, el Conacyt es una institución clave en el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación en México, y su actuar no puede estar exento de la transparencia y la rendición de cuentas.

Hacer ciencia y dedicarse a la investigación en un país como México debería ser una prioridad nacional, una actividad que cuente con todo el respaldo del Gobierno y de los sectores sociales.

No lo olvidemos, del desarrollo científico y tecnológico depende en gran medida el futuro de las naciones en el mundo.

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