El tema de la municipalización de Santa Rosa Jáuregui vuelve a escena como un viejo debate en Querétaro. La idea de convertir esta delegación en el municipio número 19 del Estado ha sido discutida durante décadas, y cada cierto tiempo reaparece con nuevos argumentos, viejas heridas y las mismas preguntas.

En los últimos meses, el debate se ha reavivado con dos posturas claras. Por un lado, quienes impulsan retomar la discusión histórica sobre la autonomía administrativa de Santa Rosa Jáuregui, apelando a la identidad local y a la necesidad de una gestión más cercana. Por el otro, las autoridades municipales actuales han respondido con una propuesta que, a mi parecer, es más realista y viable: una reorganización administrativa que incluye la creación de la Delegación de Juriquilla, con el objetivo de equilibrar la carga poblacional y operativa entre las distintas zonas del municipio de Querétaro y permitir una atención más focalizada en la delegación de Santa Rosa Jauregui.

Si uno revisa las tendencias globales, la discusión parece ir en sentido contrario. Mientras en Querétaro se habla de fragmentar, el mundo habla de regionalizar. Las grandes urbes están entendiendo que el futuro no pasa por multiplicar gobiernos municipales, sino por construir metrópolis coordinadas, donde los recursos, los servicios públicos y las estrategias de desarrollo se compartan. La lógica contemporánea no es la del municipio aislado, sino la del territorio interconectado.

En México, en los últimos 25 años, se han creado 65 nuevos municipios en 14 estados, en las dos décadas previas solo fueron 23. Pero más allá de los números, la creación de municipios se justifica únicamente cuando mejora los indicadores de bienes y servicios públicos, y en el caso de Querétaro, particularmente su capital y zona metropolitana, las evaluaciones nacionales la colocan entre las mejor calificadas del país en estos rubros.

El debate, entonces, debería centrarse menos en la autonomía administrativa y más en la pertinencia territorial. La pregunta de fondo no es si Santa Rosa Jáuregui merece ser municipio (toda comunidad con identidad propia podría aspirar a ello), sino si esa decisión resolvería de raíz los desafíos que enfrenta: la falta de infraestructura, la presión urbana, el desigual acceso a servicios o la limitada inversión pública. Si estos problemas existen, la ruta más sensata no es la fragmentación, sino la estrategia integral de desarrollo y atención directa.

Querétaro no necesita más fronteras administrativas, sino mejor gobernanza metropolitana. En lugar de multiplicar burocracias, habría que fortalecer la planeación conjunta entre los municipios que ya conforman la zona metropolitana, pensar en movilidad compartida, servicios intermunicipales, gestión coordinada del agua, seguridad y desarrollo económico regional.

La municipalización puede sonar a justicia territorial, pero sin un proyecto sólido detrás, corre el riesgo de ser solo una bandera política con pocos resultados reales. Santa Rosa Jáuregui tiene historia, identidad y potencial. Pero su futuro no está en aislarse, sino en integrarse mejor.

@RubenGaliciaB

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