A poco más de dos semanas de concluir las campañas electorales, uno de los grandes ausentes en este proceso, fue el debate político de altura. Si bien se llevaron a cabo ejercicios interesantes, como los debates para la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y, con todas sus marcadas consideraciones, los debates de la campaña presidencial, en la gran mayoría de los cargos de elección popular (diputaciones locales y federales, presidencias municipales y senadurías), los debates han resultado poco o nada relevantes.
El caso de Querétaro es especialmente notable debido a la escasa difusión que han tenido hasta ahora los "Diálogos" para las presidencias municipales. Estos ejercicios, que deberían ser vitales para informar a los ciudadanos sobre las propuestas y visiones de los candidatos, han pasado prácticamente desapercibidos. La baja audiencia y la falta de relevancia que le atribuyen las y los candidatos a estos ejercicios reflejan un tema preocupante de quienes pretenden gobernarnos.
Los debates no deberían ser simplemente una formalidad o un ejercicio opcional en una campaña electoral. Son oportunidades cruciales para que los candidatos presenten y defiendan sus ideas ante el público, permitiendo a los votantes tomar decisiones informadas sobre quién debería representarlos. La ausencia de participación en estos eventos demuestra un menosprecio hacia el proceso democrático y hacia los propios ciudadanos que buscan una guía clara para emitir su voto.
El ejemplo que más llama la atención es el Dialogo para la presidencia municipal de Ezequiel Montes, donde solamente participaron dos candidatos de seis que están registrados en la contienda, de los cuatro ausentes ninguno realizó algún tipo de comunicado ni dio explicación al respecto.
Uno podría suponer diversos motivos por los cuales un candidato o candidata decidiera no participar en un debate electoral. Podrían estar arriba en las preferencias y considerar que no necesitan aumentar sus números, podrían querer evitar ser cuestionados o atacados, o podrían tener otros compromisos o eventos en agenda con mayor impacto en sus electores. Sin embargo, cualquier argumento en contra de participar en un debate queda en segundo plano cuando se comprende y aprovecha adecuadamente la importancia de estos eventos.
La participación en debates electorales es una gran oportunidad para los candidatos líderes en las preferencias, ya que les brinda la oportunidad de reforzar su posición demostrando su preparación y capacidad. Un político hábil puede usar el debate para demostrar transparencia y compromiso con la rendición de cuentas, elementos fundamentales para fortalecer la confianza en la democracia.
Los "Diálogos" para las presidencias municipales de Querétaro, merecen una mayor atención. Son parte fundamental del proceso democrático y deberían ser respaldados y promovidos tanto por los candidatos, como por los medios y la sociedad en su conjunto.
La falta de visibilidad y la aparente indiferencia hacia estos debates son señales preocupantes sobre la salud de nuestra democracia local.