En días pasados algunas reflexiones sobre la figura de las candidaturas independientes se hicieron presente a partir de las declaraciones del actual regidor de Zapopan, Pedro Kumamoto anunciando que “Futuro”, el partido político local que fundó iría en alianza con Morena en las próximas elecciones. Recordemos que Kumamoto fue uno de los casos más sonados del país al ganar en 2015 la primera diputación independiente de Jalisco, con una muy fuerte crítica al sistema de partidos en México.

Las candidaturas independientes en nuestro país tuvieron una aparición fugaz y una estrepitosa caída, revelando una dinámica política que, lejos de fomentar la diversidad y la participación ciudadana, privilegia a los partidos políticos en presupuestos, espacios y alcances.

El diseño del sistema electoral mexicano, con sus requisitos burocráticos y obstáculos legales, ha generado un terreno desigual para aquellos que buscan postularse de manera independiente. La recolección de firmas y los trámites administrativos se convierten en verdaderas pruebas de resistencia, favoreciendo a los partidos políticos que, por su naturaleza organizativa, pueden sortear más fácilmente estos obstáculos.

La experiencia reciente también ha revelado una curiosa paradoja en el fenómeno de las candidaturas independientes en México. Aquellos que logran superar las barreras y acceder a espacios políticos sin el respaldo de un partido, terminan, en muchos casos, por fundar sus propias agrupaciones políticas. Esta transición de independientes a fundadores de partidos políticos demuestra como que el sistema político mexicano, en lugar de acoger la independencia, impulsa a los actores políticos hacia la conformación de nuevos partidos para sobrevivir y prosperar en el entorno político.

Otro de los sinsentidos de este esquema de participación política radica en el motivo detrás de muchas candidaturas independientes: la falta de espacio en los partidos políticos tradicionales. Es alarmante observar que la mayoría de quienes optan por postularse de manera independiente lo hacen como un "plan B", una alternativa cuando no logran asegurar una posición dentro de sus respectivas agrupaciones, en Querétaro hemos tenido varios ejemplos de ello.

Estas circunstancias plantean preguntas fundamentales sobre la autenticidad y la motivación de las candidaturas independientes. ¿Están realmente comprometidas con una causa auténtica, o simplemente buscan un camino alternativo cuando las puertas de los partidos se cierran?

La paradoja radica en que, en lugar de fortalecer la diversidad de voces y propuestas en el espectro político, las candidaturas independientes a menudo se convierten en refugio para aquellos que han sido desplazados dentro de sus partidos, sin una visión clara más allá de la ambición personal. Esta falta de coherencia ideológica y programática puede restar credibilidad a la figura de la candidatura independiente como verdadero canal de representación ciudadana.

Todo parece indicar que la fugacidad de las candidaturas independientes y su transformación en nuevas fuerzas partidistas evidencian un sistema que, en lugar de fomentar la diversidad, perpetúa la hegemonía de las estructuras tradicionales.

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