Rubén Galicia

Opinión. Hub de Data Centers

En Querétaro está ya parte del futuro. Pero la transformación digital no será tal si no es también energética y ambiental

Foto: Archivo El Universal

En México, una revolución digital avanza con fuerza. Querétaro específicamente se ha convertido en el epicentro latinoamericano de los centros de datos. El llamado “boom” tecnológico ha traído consigo inversión extranjera directa sin precedentes, empleos de alta especialización y una infraestructura digital que posiciona a la región como un polo estratégico para empresas globales. Pero detrás de este éxito, hay una serie de implicaciones que es importante considerar.

La Asociación Mexicana de Data Centers (MEXDC) estima que actualmente hay en México una capacidad instalada de 235 megawatts (MW) para centros de datos, con otros 74 MW en construcción. En conjunto, esta infraestructura equivale a una porción considerable del consumo energético nacional. Para dimensionarlo: en los próximos cinco años, los centros de datos consumirán lo equivalente a casi toda la energía nuclear instalada en México.

La promesa de una economía digital no puede desentenderse de los impactos sociales, medioambientales y hasta políticos. La energía se genera, se transporta, se transforma y, en muchos casos, se desperdicia. Y no es el único recurso en juego. La operación de centros de datos, especialmente los de hiperescala, requiere cantidades enormes de agua para su enfriamiento.

El problema no es el crecimiento tecnológico, sino en que esta este alineada a una fuerte agenda de sostenibilidad. Es cierto, los centros de datos son motores de innovación, catalizadores de talento y promotores de desarrollo económico regional. Querétaro ha sabido capitalizar su ubicación estratégica, su estabilidad política y su capital humano para atraer empresas tecnológicas de todo el mundo. La digitalización está dejando beneficios tangibles en conectividad, capacitación y generación de empleo. Sin embargo, todo desarrollo tiene un costo. Y ese costo, si no se regula, se convierte en deuda ambiental.

El futuro digital de México no puede construirse ignorando las condiciones del presente. Reglas claras, incentivos para el uso de energía renovable, mecanismos de compensación hídrica, infraestructura verde y monitoreo constante del impacto ambiental no deben verse como limitantes: son garantías de que el progreso sea también resiliente.

En Querétaro se está jugando una parte clave del futuro de América Latina. La transformación digital no será tal si no es también una transformación energética y ambiental.

El reto es claro, no se trata de apagar el switch del futuro, sino de diseñarlo con conciencia desde hoy. Querétaro, precisamente, tiene todo para ser el gran ejemplo. Si logramos alinear el desarrollo con una planeación energética e hídrica responsable, podrá no solo consolidarse como el epicentro de la infraestructura digital en América Latina, sino también como modelo de una nueva generación de ciudades que entienden que el verdadero progreso no es solo digital, sino también verde, resiliente y justo.

@RubenGaliciaB

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