Cuando la tensión entre estos dos socios comerciales se había exacerbado, por amenazas mutuas de tarifas contra las importaciones, la visita del presidente de la Unión Europea (UE), Claude Juncker, a Washington la despejó, cuando menos por ahora.
Lo que precipitó la visita fue la amenaza estadounidense de tarifas de 20% a la importación de automóviles europeos, alrededor de 200 mil millones de dólares, las cuales habrían golpeado mucho a Alemania.
Trump logró así llevar a los europeos a su propio terreno de negociación, como se puede desprender del comunicado conjunto posterior a la visita.
Primero los hizo reconocer que la Organización Mundial de Comercio (OMC) necesita una reforma. También, que la reforma debe cubrir áreas de las que hasta ahora la OMC se ha desentendido, como propiedad intelectual y transferencia obligada de tecnología al inversionista extranjero.
Regresando a la visita de Juncker a Washington, si los miembros de la UE respaldan lo negociado por él (aparentemente ya investido de la autorización para hablar a nombre de la Unión en materia de comercio exterior), el compromiso es ir juntos. Así, “hoy acordamos unir esfuerzos para proteger mejor a las empresas americanas y europeas contra prácticas desleales de comercio global y trabajaremos más de cerca con países que piensen de manera similar para reformar la OMC y corregir las prácticas desleales, incluyendo el robo de propiedad intelectual”.
Juncker comprometió a la UE a comprar la soya estadounidense y el gas LNG, así como la infraestructura para importar mayores volúmenes y diversificar sus fuentes de abastecimiento de energía. Trump se comprometió, en cambio, a reevaluar las bases de seguridad nacional con las cuales impuso tarifas extraordinarias al acero y al aluminio europeos.
El país a donde se dirigen estas medidas, sin mencionarlo, es China, cuyo debilitamiento económico inició mucho antes de la tensión comercial con Estados Unidos.
La consecuencia es que China deprecia su moneda, como defensa para impedir mayor desaceleración. Esto lo hace después de intentar estabilizarla para algún día hacerla atractiva como moneda de reserva. Eso ya no fue posible por ahora.
Al mismo tiempo, la depreciación tendrá fuertes impactos negativos en las economías emergentes y será muy criticada. La conclusión es clara, estamos ante un proteccionismo selectivo que va a durar años y ya está golpeando a China.