Rodrigo Ruiz Ballesteros

Del derecho a la identidad, al riesgo de ser vigilados

El dictamen fue aprobado con “urgente resolución”

El Congreso mexicano acaba de aprobar una ley que transforma la Clave Única de Registro de Población (CURP) en un instrumento de identificación biométrica obligatoria. Con una votación mayoritaria en ambas cámaras, esta medida propone que todos los ciudadanos —desde el nacimiento— cuenten con una CURP que incluya fotografía, huellas digitales, escaneo de iris y firma electrónica. Todo esto, almacenado en una Plataforma Nacional de Identidad a la que podrán acceder instituciones públicas y privadas. Lo que podría parecer un paso hacia la modernización, en realidad levanta serias alarmas.

Porque cuando el Estado promete “orden” y “eficiencia” a costa de la privacidad, vale la pena detenernos.

La narrativa oficial apela a causas nobles: combatir la desaparición forzada, evitar fraudes, mejorar la prestación de servicios. Pero una cosa es usar tecnología para fortalecer derechos, y otra muy distinta construir un sistema de vigilancia masiva sin controles claros ni rendición de cuentas.

¿Quién asegura que esta base de datos no será usada para espiar, discriminar o condicionar derechos? ¿Quién garantizará que un error técnico no deje a alguien sin atención médica, sin voto o sin subsidio? ¿Qué pasa si esta plataforma es vulnerada o, peor aún, entregada a empresas privadas?

Nos dicen que la información estará protegida, pero la ley no reconoce los datos biométricos como sensibles, lo cual rebaja el umbral legal de su protección. No hay un organismo autónomo que audite el uso de esta plataforma. No hay control judicial previo para que la Guardia Nacional, el Ejército, el INE o el SAT accedan a tu identidad total. No hay nada que impida que esto sea usado con fines políticos, policiales o comerciales.

Tampoco hubo debate público. El dictamen fue aprobado con “urgente resolución”. Y cuando se legisla así, a oscuras y a prisa, suele haber gato encerrado.

Sí, el problema de las desapariciones es grave. Pero el combate no pasa por fichar biométricamente a todos los mexicanos, sino por tener fiscalías que funcionen, policías que investiguen y gobiernos que no fabriquen cifras.

Una CURP con huella, iris y rostro puede sonar moderna. Pero sin límites, sin ética y sin justicia, es sólo una jaula digital disfrazada de identidad.

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