Todos los municipios del estado, sin excepción, poseen algún tipo de ecosistema forestal, desde los llamados bosques de pino, encino en la Sierra Gorda, hasta matorrales y selvas bajas en el resto de la entidad, particularmente en la zona metropolitana de Querétaro, conformada por los municipios de El Marqués, Corregidora, Huimilpan y Querétaro, se tienen mayormente tierras cubiertas por vegetación de matorral y selva baja, vegetación que de conformidad con la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable, se caracterizan como terrenos forestales.
Una gran cantidad de los terrenos forestales, son de propiedad ejidal y se localizan en comunidades rurales o periurbanas de la zona metropolitana. Sin embargo, éstas son las que presentan los mayores niveles de marginación y pobreza además de la degradación de sus recursos forestales y asociados tales como la deforestación que se estima desde las 350 hectáreas anuales hasta 800 (según un análisis elaborado por el Partido Verde con base en imágenes de satélite históricas), tala hormiga, incendios, reforestaciones con índices de sobrevivencia sumamente bajos, cacería, presencia de plagas y enfermedades, suelos erosionados, pérdida de la biodiversidad, afectaciones a las zonas de recarga de acuíferos, cambios de uso de suelo ilegales, etc..
Estos factores están provocando que los servicios ambientales que presta la vegetación forestal disminuyan y causen entre otras cuestiones, disminución de la capacidad de infiltración de agua, aumento en el riesgo de inundaciones en la zona metropolitana, reducción de la capacidad de secuestro de carbono, aumento de la temperatura en las ciudades por la formación de islas de calor, elementos que invariablemente se traducen en una menor calidad de vida de los habitantes.
Es evidente que la carencia de un manejo de los terrenos forestales con fines extractivos (aprovechamiento de madera, tierra de monte, carbón, leña, plantaciones forestales comerciales, fauna) y no extractivo (pago de servicios ambientales y ecoturismo) está provocando su degradación lenta pero continua, la cual se agrava por la especulación de la tierra.
La conservación pasiva no ha funcionado, ya que es simple lógica, se cuida lo que ofrece un ingreso y una forma de vida, si no obtengo un beneficio y me exigen que conserve mi bosque, para que otras personas se beneficien, ¿quién lo hará?
En todos los programas de gobierno se dice que se mejorarán las condiciones de vida de la población rural y de los dueños de bosques, hasta el momento, la mayoría de los propietarios siguen en la marginación y los bosques siguen perdiéndose. ¿Qué pasa?
A toda la problemática antes señalada, le debemos agregar otra que sin duda impacta en la gestión forestal: la excesiva tramitología que existe para obtener un aprovechamiento forestal ordenado que puede tardar hasta un año, esto desalienta a los dueños de dar cumplimiento a la normatividad y optan por mejor pedir perdón que permiso, el ejemplo más claro son los hornos de carbón que con permiso o sin él, los dueños de bosques lo seguirán haciendo, ¿por qué? Su prioridad, la de ellos, la gente que vive en y del bosque, no la de nosotros que nos beneficiamos de que lo conserve, es buscar el bienestar de su familia.
Es necesario que se promuevan políticas públicas que alienten el aprovechamiento ordenado de los terrenos forestales de manera extractiva y no extractiva, así como la restauración, conservación y protección de los ecosistemas forestales del estado de Querétaro.
Para concluir, dejo esta reflexión: ningún dueño de un bosque pensará en cuidar sus recursos naturales con el estómago vacío, nosotros, que no somos dueños, ni le pagamos los servicios ambientales que aportan sus bosques y, además, le exigimos que los cuide sin recibir nada a cambio; podemos hacerlo, ellos no.
Dirigente estatal del PVEM