Las mujeres en su conjunto han sido un pivote sustancial del desarrollo de la humanidad. Contribuyeron a la idea y experiencia de la agricultura, la vivienda y la familia. Hasta hoy día, la deuda de la historia con la mujer es incalculable. La ideología dominante, de todos los tiempos, ha consistido en la cosificación de la mujer a toda costa. Sin embargo, las mujeres han aportado ideas, como apuntamos antes, a la civilización moderna.
Las mujeres tienen una gran capacidad de pensar y crear. En este sentido, sus movilizaciones no se reducen a la espontaneidad. Para no ir tan lejos, en el siglo XVIII, en la atmósfera de la revolución francesa, se crearon los “clubes de la mujer” destinados a detonar un bullicio de ideas relativas a sus derechos, incluso fueron espacios de convivencia, diálogo y debate, no sin dejar de estimular su formación a través de la lectura de libros alusivos a los tiempos en cuestión. Actualmente, muy a pesar de la oscuridad imperante para las mujeres, la lucha continúa, claro está, sin olvidar las batallas más álgidas como en los años sesenta y setenta. El profesor Anthony Giddens, en alguna parte sostuvo que los movimientos feministas se inspiran en los ideales de la libertad y la igualdad. Mucho podríamos hablar al respecto, pero el espacio reducido nos lo impide.
Por otra parte, y después de la pandemia, la violencia contra las mujeres se exacerbó; al maltrato, en el seno familiar, se adhirió el hecho de salir a trabajar para conseguir recursos económicos que el marido dejó de recibir por la pérdida del empleo; es decir, la mujer dio el paso al frente para mantener a los suyos. Todo el fenómeno se dio sin distingo de clase social. Al respecto, la fundación Cáritas de Querétaro hizo estudios sociales sobre el impacto de la pandemia en la Diócesis queretana.
Ahora bien, ¿cómo reducir la complejidad de los atentados contra la seguridad y los derechos de la mujer? Pensamos sería importante contar con una generación de mujeres en el Poder Legislativo para crear iniciativas de ley a fin de bajar las defensas de la ideología dominante de la supremacía patriarcal. El legado y pedagogía de la pandemia exige más activismo de las mujeres de ideas, no las recomendadas...
A ese respecto, hemos visto y leído en las redes sociales, un elenco de mujeres queretanas destacadas susceptibles de ser candidatas al Senado. Por el lado de la izquierda están: Paloma Arce, Andrea Tovar, Carmen Gómez Ortega, Beatriz Robles y Rocío Peniche Vera. Todas ellas respetables sin excepción. Sin embargo, es posible irrumpan otras precandidatas como es el caso de Patricia González Miranda, quien apoyó a Claudia Sheinbaum desde sus inicios y representa al movimiento “Sigamos con la democracia”, además, es responsable de la edificación del Comité en Defensa de la Cuarta Transformación en el estado de Querétaro. Tarea nada fácil. Por el lado de la derecha, solo se observa una precandidata al Senado, a saber: Guadalupe Murguía, hoy secretaria Gobierno.
Mientras en la izquierda, hay tela de donde cortar con las candidaturas femeninas, en la derecha es más limitada la propuesta. En realidad, lo que paulatinamente están clamando los ciudadanos es una renovación y circulación de liderazgos primordialmente de mujeres en relación estrecha con el relevo generacional.