El saludo. Querida “República”: ¿cuánto tiempo te tomará leer esta carta? ¿Y cuánto más tardarás en olvidar su contenido?

El mensaje

El problema con “La Cosa Pública” es que nada permanece. Nuestra incapacidad manifiesta de retener los hechos, o al menos conservarlos en la memoria, revela un padecimiento grave.

El gran problema, en el fondo, es que nuestra ansia de inmediatez le otorga “vía libre” al poder, en detrimento de la ciudadanía. Los escándalos redujeron su “fecha de caducidad”; las atrocidades se imprimen y se esfuman en un momento; las crisis oscilan entre prontas escaladas y desescaladas.

Los muertos de la pandemia.

La falta de medicamentos y el desastre del sistema de salud pública.

El raquítico crecimiento económico de los últimos años.

La percepción de corrupción.

Los asesinatos.

Los desaparecidos.

Las extorsiones.

Las alianzas insostenibles con los grupos criminales.

La deuda pública.

La ocupación militar en tareas civiles.

Las insostenibles obras faraónicas con etiquetas de “balastos”, “ecocidios” y “elefantes blancos”.

Las amenazas arancelarias.

Teuchitlán.

Los asesinatos políticos en la Ciudad de México.

Los acordeones y el asalto al Poder Judicial.

La disculpa pública por parte de un ciudadano al presidente del Senado. Las “mansiones del bienestar”.

El autoritarismo.

La crisis migratoria.

La “movilización” y los disturbios en la ciudad de Los Ángeles.

Y un largo etcétera.

Sin darnos cuenta, reducimos la verdad a lo efímero.

Ya no hay quien vigile al poder. Solo estamos nosotros: ciudadanas y ciudadanos pasmados; pasajeros de un viaje ruidoso, sin sustancia y de corta duración.

Respira un minuto antes de seguir leyendo esta carta…

Quizá “pausar” sea nuestro reducto de resistencia.

Quizá “detenernos”, como lo has hecho, sea la mejor manera de revelarnos.

Quizá al tomarnos un minuto para reflexionar sobre lo efímero, y pensar sobre la información y los mensajes que consumimos, recuperaremos algo de soberanía -al menos individual-.

Quizá ese sea el primer paso hacia la retención, hacia la defensa de la ciudadanía, hacia el verdadero valor de la política, hacia lo perdurable.

La despedida

Querida “R.”: detente para darte un respiro; aléjate del ruido de “La Cosa Pública” y distingue entre lo efímero y lo perdurable. Recuerda con Juan Donoso Cortés que “lo importante no es escuchar lo que se dice, sino averiguar lo que se piensa”.

La firma

Tu amigo: “El Discursero”.

P.D. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.

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