El saludo.

Querida “R”: en el camino de tu formación ciudadana sentirás vacíos difíciles de explicar; mismos que serán provocados por situaciones que te robarán tu tranquilidad, que te harán sentir vulnerable y que no podrás entender, a menos de que seas capaz de reflexionar sobre los motivos que las animan. El móvil oculto en buena parte de dichas situaciones será la venganza; usualmente derivada de rencillas entre adversarios y grupos rivales, retratada en una palabra de origen italiano: la “vendetta”.

El mensaje

Seguramente no es nuevo para ti escuchar que las personas nos hemos hecho daño unas a otras, desde tiempos inmemoriales y por muy diversos motivos. Quizá ya hayas escuchado que una de las formas de dañarnos más perniciosas y devastadoras, es la venganza; por ser generalmente desproporcionada y colateralmente implacable. Es momento de que sepas, también, que la “vendetta” es una de las enfermedades cuasi terminales que hoy padece “La Cosa Pública”.

Su gran dilema consiste en sostener un falso sentido de justicia, lo que la vuelve irracional y la lleva a escalar en distintas formas e intensidades de violencia; surge a partir del encono, del resentimiento, de la envidia y, no en menos ocasiones, del egocentrismo.

Te hablo de esa “vendetta” vestida desde hace muchos años de abuso de poder, del uso faccioso de la justicia, de prisión preventiva, cárcel y desafuero; la misma que suele adornarse de injuria, filtración de datos personales, calumnia y difamación; la que, arrastrada por la pasión y ahogada en su propia corrupción, se manifiesta impunemente y desde el poder contra todo aquel que piense diferente a “la mayoría del momento”: activistas, feministas, periodistas, empresarios; incluyendo a las víctimas y sus familiares, madres buscadoras y padres de niños con cáncer.

Querida “R.”: la “vendetta” es el arma más potente de todas; es un fantasma del pasado y del presente que amenaza nuestra vida democrática. Es importante que adviertas el peligro que representa, porque solamente a través de una reflexión seria y de un ejercicio (auto) crítico podremos salir de ella.

No actúes por venganza, no votes por venganza, no construyas tus proyectos de vida por venganza, ni te adhieras a proyectos de país animados por la venganza; si lo haces, caminarás hacia una derrota segura empujando a “La Cosa Pública” por su espiral de enfermedad.

Detente y reflexiona: movernos hacia una “izquierda” o hacia una “derecha” no es el origen de nuestros problemas, ni de nuestras “vendettas”, ni de nuestra vulnerabilidad; lo es, buscar los extremos; lo es, conducirnos por una visión totalitaria de las cosas sin ningún tipo de limitaciones; lo es, pretender imponer solamente una visión de país. Bien lo decía Jorge Luis Borges: “yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón”.

La despedida

Querida “R.”: la única salida es democrática, es ciudadana y es nuestra; no será perfecta, ni tampoco fácil. Pero sí será la vía para dejar en el pasado las “vendettas”, para cerrar las heridas abiertas, para asimilar nuestras motivaciones, para tomar nuestras mejores decisiones, para sacar el mejor provecho de nuestra pluralidad, para exigir involucrándonos y lograr mejoras sociales concretas, sanando “La Cosa Pública”.

La firma

Tu amigo: “El Discursero”.

P.D. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.

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