Rafael López

La Realpolitik

Millones de mexicanas y mexicanos nos dejamos arrastrar por la espiral de polarización que nos plantean

El saludo. Querida “República”: sentimos que “La Cosa Pública” se adentra en una oscuridad cada vez más grande.

Aún no tenemos certeza de si dicha penumbra es el preámbulo de una tempestad mayor, pero las señales revelan que cada día nos cuesta más trabajo ponernos de acuerdo entre mexicanas y mexicanos.

Quizá te resulte difícil asimilarlo, pero esta nubosidad se debe -en buena medida- a la ausencia del quehacer político; a la pérdida del sentido real de la política que es aproximar extremos, anteponer prioridades y “poner en común” tu viabilidad y desarrollo como nación.

El mensaje. Hoy buena parte de nuestros gobernantes son incapaces de personificar y mantener vigente el sentido real de la política; sea por ignorancia, pragmatismo, complicidad o prejuicio.

El problema, todavía más grave, es que millones de mexicanas y mexicanos nos dejamos arrastrar por la espiral de polarización que nos plantean. Desde hace muchas décadas, nuestra clase política luce cómoda gobernando únicamente para “las mayorías del momento”, bajo sus cálculos electorales; y nosotros como ciudadanos parecemos satisfechos con “sentirnos parte” de uno u otro bando en disputa, aun sabiendo que somos utilizados para sus propios intereses.

Gobernar para todos, dejó de ser una obviedad. Y cuestionar al poder, venga de donde venga, también.

El equilibrio no es la guía de los gobiernos; ni la sensatez, la brújula ciudadana.

Frente al ideario que aboga por la política como medio para la realización del bien común, hoy la “realpolitik” domina un tablero duro, pragmático y alineado al poder económico y político. Mientras los ciudadanos nos desgastamos en defender o criticar el segundo piso de una supuesta transformación, en señalar si antes eran más o menos corruptos que ahora, o en “pintar” de estadista o autoritaria a la presidenta con “A”, la “realpolitik” mueve las fichas de los privilegios pecuniarios del poder público.

Oímos sin ser capaces de escuchar. Nos distrae el ruido que producen las izquierdas y las derechas desdibujadas, el populismo y las encuestas “a modo”, los jaloneos y empujones desde la tribuna; toda una “puesta en escena” que forma parte de un engranaje mayor: sus maquinarias de producción de votos.

La “realpolitik”, acuñada en la Alemania de Bismarck, hoy “lleva mano” y lo hace al modo de Maquiavelo o de Sun Tzu; haciendo a un lado los principios éticos y los escrúpulos morales.

La despedida. Querida “República”: es desproporcionado pensar que las cosas van a cambiar si seguimos pasmados como ciudadanos; navegando entre la distracción y la polarización, la inacción y la indiferencia.

Date cuenta: la exclusión del que piensa diferente es la agenda visible y estruendosa; la exclusión ciudadana -tu exclusión- es la ruta sigilosa y silenciosa que está en marcha.

La firma. Tu amigo: “El Discursero”.

P.D. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.

Te recomendamos