El saludo. Querida “República”: tú bien sabes que el mayor enemigo de “La Cosa Pública” es el vacío; porque es precisamente en la ausencia ciudadana donde brota, crece y se corrompe el poder.
Ese tipo de poder oficialista que emplea la pasividad y la desesperanza como su gasolina; el mismo que no está interesado en ganar el debate, pero sí en controlar el relato y orientar la conversación hacia sus propios intereses.
El mensaje
La manifestación convocada por la “generación Z” del pasado sábado 15 de noviembre no solo confirmó el legítimo hartazgo de este grupo poblacional ante la violencia, la inseguridad, el miedo, la desinformación, la corrupción y la falta de oportunidades que padecen; también nos recordó, a todos los demás, que debemos activar nuestro “ser político”, manifestarnos libremente, protestar en contra del mal gobierno y oponernos sin temor a sus represalias e intimidaciones -investigaciones en redes sociales incluidas-.
Como era de esperarse, la libre expresión de estos jóvenes de entre 13 y 28 años -identificados también como “zommers o centennials”- fue ocasión para que la politiquería “jalara agua para su molino”; ya sea intentando desvirtuar su causa o aprovecharse de ella.
Lo que unos y otros ignoran es que estos jóvenes, a los que siguen subestimando, ya lograron mover el sentimiento de un país; mostrándonos al resto el camino.
Tomaron las calles no solo para manifestarse ante la crisis estructural que vivimos en México; también lo hicieron para definirse con su propia voz, para expresar su realidad de país que no cabe en “izquierdas” o “derechas” trasnochadas, para contar su propia historia y defender su futuro. Y, al hacerlo, nos recordaron que el enemigo es el vacío y que, ante el autoritarismo y el mal gobierno, no hay escudo más poderoso que la voz y la movilización de la sociedad civil.
En lugar de preocuparse por investigarlos y “cercarlos” del espacio público, la presidenta Claudia Sheinbaum y su gobierno deberían de ocuparse en escucharlos, atenderlos e incluirlos. En vez de “aprovechar” políticamente su descontento, los partidos políticos deberían trabajar día y noche para convertirse en una opción para ellos -hoy no lo son-.
Lo menos que podemos hacer el resto de nosotros, es asumir una postura de respeto y de respaldo ante sus demandas legítimas.
Porque como bien decía Kofi Annan, “una sociedad que aísla a sus jóvenes, corta sus amarras: está condenada a desangrarse”.
La despedida
Querida “R.”: recuerda que para cambiar la realidad de “La Cosa Pública” debemos manifestar nuestro ser político, alzar la voz, unirnos, movilizarnos y, sobre todo, debemos cambiar nosotros mismos.
La firma
Tu amigo: “El Discursero”.
P.D. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.

