El saludo. Querida “República”: no hay relatos invulnerables; a toda narrativa le llega su punto de quiebre, su grieta visible, independientemente del reparto asistencialista, de los silencios y de los silenciados acumulados.
El mensaje
Bien harían desde el oficialismo en reconocer que su fisura visible se debe al hartazgo social; una rendija de indignación que hasta ahora no han sabido leer y mucho menos querido reconocer.
Es una hendidura que lejos de cerrar, siguen abriendo con las respuestas emitidas desde el púlpito presidencial —muy apegadas al manual del antecesor— y repetidas por sus huestes.
Los asesinatos de Homero Gómez, Bernardo Bravo y Carlos Manzo concurrieron en Michoacán bajo el mismo hilo conductor: silenciar a quienes se atrevieron a alzar la voz; a quienes denunciaron y señalaron con nombre y apellido a los criminales de la región.
En las formas, su atrevimiento coincide con la solicitud expresa del oficialismo: “presenten su denuncia”; en el fondo, su trágico deceso es consecuencia de los reacomodos del poder criminal —que rodea a la propia Presidenta—, de la descomposición y del abandono. Ellos, al igual que muchas y muchos, tuvieron que morir para ser escuchados.
La primera respuesta emitida tardíamente desde el púlpito presidencial, tras el asesinato de Carlos Manzo, volvió a poner la ideología por encima de la realidad: “la derecha”.
Y fue más allá al criticar la andanada orquestada en contra de su gobierno: ¿qué proponen?, ¿la guerra contra el narco de Calderón?, ¿que regrese García Luna?, ¿la intervención? Es decir, amilanar la crítica, desviar atención y responsabilidades, para luego pedir y replicar desde todas sus plataformas, que no se sacara “raja política” del tema —justo como ella lo hizo—.
¿Pero cómo no politizar el homicidio de un alcalde en plena plaza pública?; ¿cómo no hacerlo cuando el propio Carlos Manzo solicitó una y otra vez apoyo federal para no convertirse en uno más de la lista?
Lejos de condenar a los criminales y lanzar una ofensiva en su contra, de mostrar empatía con millones de familias mexicanas víctimas de la violencia, o de reconocer la indignación real y asumir su responsabilidad como líder y Presidenta de todas y todos los mexicanos, su enfoque ideológico se centró en cuestionar “la realidad virtual” alentada por la derecha —para quienes, en teoría, también debería gobernar—.
Lo cierto es que la grieta seguirá creciendo mientras nuestros políticos sigan anulando a millones de mexicanos, que no caben en su narrativa de izquierda o de derecha; mientras obstaculicen las propuestas y los testimonios de la sociedad civil; y mientras sigan gobernando con “el elefante en la sala”. La víctima es la sociedad y los muertos son del presente.
La despedida
Querida “R”: ¿quién se volcaba en apoyo a Gómez, Bravo y Manzo en vida? Su luz, fue su causa; nos corresponde visibilizarla, combatiendo a nuestros principales enemigos: la pasividad, la desesperanza y la resignación.
La firma
Tu amigo: “El Discursero”.
P.D. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.

