El saludo. Querida “República”: a lo largo de tu vida te han colocado muchas y muy diversas etiquetas; algunas de ellas certeras, otras tantas estereotipadas, y no pocas simplificadoras.
Lo sabes muy bien: una vez asignadas por las y los ciudadanos, te acompañan; siendo marcas difíciles de borrar, remover o disminuir.
El mensaje
La primera elección judicial en nuestro país, celebrada el pasado 1 de junio, fue etiquetada como “histórica”; pues ciertamente marcó el inicio de una nueva era para el sistema judicial mexicano.
También se le atribuyó la etiqueta de “confusa”, debido a la complejidad que representó elegir los cargos en disputa, con más de 3 mil candidatos en contienda, entre el nivel federal y estatal.
Otros más la etiquetaron como una “farsa”; apelando a que se trató de una elección mal diseñada, con candidatos preseleccionados por un comité controlado por el oficialismo, con el reparto descarado de acordeones para pedir o inducir el voto, y con reglas mayormente impuestas “desde arriba”.
La etiqueta de “fracaso” corresponde al desdén de millones de mexicanas y mexicanos, reflejado en el bajísimo porcentaje de participación, que rondó el 13% -histórico por bajo- y con más de 12 millones 500 mil votos nulos.
“Todo un éxito”, fue la etiqueta que impulsaron desde el oficialismo, una vez culminada la jornada electoral y tras confirmar que los nuevos integrantes de la Corte son personas vinculadas a su “movimiento” y previamente “ungidas” en sus acordeones.
Al hacerlo, la presidenta Claudia Sheinbaum reprochó a la oposición -a los partidos políticos opositores a su gobierno- tanto por no movilizar el voto, como por no poner a sus propios candidatos (algo que prohíbe la ley). Sin darse cuenta, y siendo objeto de su propia contradicción, reveló la etiqueta de la “ilegitimidad”, que marcó todo el proceso de la Reforma Judicial, y que acompañará al Poder Judicial de ahora en adelante.
Dejemos al final la etiqueta de la “duda” sobre si entraremos, o no, a una era de mayor impunidad, de mayor discrecionalidad, de “caos judicial” y menos garantías para las y los ciudadanos; al tiempo…
Lo publicó el entonces opositor Andrés Manuel López Obrador, en noviembre del 2009, desde su cuenta de “Twitter”:
“En México un grupo ha confiscado todos los poderes. Las instituciones están secuestradas. No hay democracia ni Estado de Derecho”.
La despedida
Querida “R.”: no te limites a ver las etiquetas que carga “La Cosa Pública”. En cambio, intenta ser un activo de genuinos esfuerzos de confianza y democratización; esos que surgen desde la ciudadanía, no desde el poder.
La firma
Tu amigo: “El Discursero”.
P.D. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.