El saludo. Querida “República”: hay muchas maneras de percibir y entender la “estatura humana”. En términos de medición, expresada en centímetros o metros, refleja el crecimiento y desarrollo de una persona; en razón de “altura política”, revela la capacidad de aproximar extremos y anteponer el bien común en el espacio de “La Cosa Pública”.
El mensaje
La llamada “Marcha de la Generación Z”, del pasado sábado 15 de noviembre, sirvió para medir la estatura política de la presidenta Sheinbaum y del oficialismo, a poco más de un año de gobierno. Era un buen momento para demostrar su respeto, su empatía y responsabilidad ante los problemas que hoy aquejan a buena parte de la sociedad mexicana; era una gran oportunidad para apaciguar a sus opositores, así como a quienes siguen dudando de su liderazgo, convocándolos a un diálogo constructivo por la paz y la seguridad; era ocasión de mostrar estatura política, asumiendo el papel de catalizador que le corresponde a cualquier gobierno ante cualquier protesta ciudadana.
En cambio, el oficialismo optó por seguir alentando el encono y la división ideológica. No solo descalificando la marcha desde su concepción; sino también etiquetándola, cercándola, reprimiéndola, violentándola y castigándola, para luego victimizarse: “¿creen que nos van a debilitar, que van a debilitar a la presidenta con lo que gritan? No, más fuerte soy, más fuerte”, declaró Sheinbaum.
Las imágenes hablaron más que las palabras: jóvenes criminalizados por protestar -algunos incluso trasladados al reclusorio por tentativa de homicidio-; policías sin graduar el uso legítimo de la fuerza: pateando, lanzando piedras, gaseando y usando machetes; y reventadores que siguen actuando impunemente en favor de fines obscuros.
A ello se suma un gobierno que sigue sin entender que manifestarse, contra este y cualquier poder, es un derecho acompañado de una legitimidad inobjetable; que los reclamos son válidos en cualquier democracia -incluidos los de la oposición-; que las protestas no se legitiman por razones de edad; que los ciudadanos deben ser tratados como adultos con libre albedrío; que las verdaderas víctimas son millones de familias mexicanas que padecen la violencia criminal, la muerte, la extorsión y el abandono; que la Bandera de México, al igual que la libertad de expresión, no es monopolio de nadie.
Tan solo durante el fin de semana de la marcha -del 14 al 16 de noviembre-, se registraron 160 homicidios en el país. Mientras eso ocurre, desde el oficialismo ya anunciaron una nueva concentración masiva para festejar sus “siete años de transformación” porque, según la Presidenta, “hay mucho que celebrar”.
La despedida
Querida “R.”: decía Winston Churchill que “el precio de la grandeza es la responsabilidad”. Ojalá algún día nuestra clase política entienda la grandeza que significa servir a un solo México.
La firma
Tu amigo: “El Discursero”.
P.D. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.