El saludo.

Querida “R.”: en tu camino por la “escuela cívica” aprenderás que votar es un derecho y una obligación —ética y moral—. Te enseñarán que tu voto, lo mismo, premia que castiga; cauce de representación y rendición de cuentas.

Escucharás en más de una ocasión, y muy probablemente cada seis años, que tu voto definirá el futuro y que la próxima, la inmediata, será la elección más importante de la historia. Pero en lo que verdaderamente debes reparar, es que votar es una decisión: tú decisión; y que la única decisión incorrecta es, precisamente, la que no es tuya.

El mensaje.

Lo que debes preguntarte, por lo tanto, es: ¿cuándo es verdaderamente tuya una decisión?

Cuando te has informado; cuando has contrastado —en la medida de lo posible— ideas y propuestas, conocimientos y habilidades, intenciones y realizaciones; cuando te sabes libre de cualquier coacción externa; pero, sobre todo, cuando has reconocido los motivos racionales y emocionales que animan tu decisión surgente.

A fin de facilitarte una mejor toma de decisiones, debo advertirte que el horizonte de “La Cosa Pública” revela binomios trascendentales e irreconciliables en la víspera de cada elección: democracia o autoritarismo; pluralidad o centralismo; diálogo o cerrazón; reconciliación o división; progreso o regresión; cambio o continuidad; un sólo México, o el México de “la mayoría del momento”.

Binomios que parecieran estrechar tu margen de decisión a dos caminos, a dos únicas vías. Por medio de esta carta, querida “R”, quiero decirte que eso es incorrecto; que sí hay una “tercera vía”: la tuya, tu propia vía.

La “tercera vía” la constituye tu decisión libre, informada y renovada. La vía que te permite ejercer tu ciudadanía, sin importar que sea tu primera o tu última elección; la vía con la que te preparas adecuadamente para participar activamente en “La Cosa Pública”, contando con las personas, compartiendo con ellas decisiones y tareas; la vía que abre espacios para el cumplimiento de tus derechos y deberes; la vía que te eleva por encima de los partidos políticos, de sus candidatos y de sus dirigencias; la vía donde caben las buenas y las malas decisiones, el arrepentimiento y el continuo aprendizaje.

Bien lo decía Theodore Roosevelt: “en cualquier momento de decisión lo mejor es hacer lo correcto, luego lo incorrecto, y lo peor es no hacer nada”. Así que no falles a tu “cita cívica”; sal a votar, elígete, elige la “tercera vía” y toma siempre la mejor decisión: la tuya. Al hacerlo, piensa también en la decisión que tomarás mañana; porque “el día después de la elección”, alentado por tu ciudadanía activa y tu constancia, seguirá siendo crucial para nuestra vida democrática.

La despedida

Querida “R.”: no falles a tu cita contigo. Asume la entera responsabilidad de lo que depende de ti, suelta todo lo que no depende de ti y elige tu propia vía. Con tu decisión informada y con tu voto libre, contribuirás a sanar “La Cosa Pública”.

¡No sueltes a México!

La firma.

Tu amigo: “El Discursero”.

P.D. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.

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