El saludo. Querida “República”: un ya lejano 7 de septiembre del 2023, en punto de las ocho de la noche, el entonces presidente López Obrador salió de Palacio Nacional, trajeado y con corbata guinda -porque en el detalle, está el símbolo- rumbo al restaurante “El Mayor” de la Ciudad de México.

La cita era con sus “corcholatas”, término peyorativo -no por ello menos simbólico- con el que AMLO etiquetó a la y los precandidatos, palomeados por él mismo, para sucederlo. Esa noche estaba enmarcada por un símbolo principal: entregarle a Claudia Sheinbaum -su candidata predilecta- “el bastón de mando”, es decir, “entregarle” el poder político como nueva líder de su movimiento.

Esa noche, al revelarse el nombre de la nueva propietaria -con “A”- del bastón, no solo se dejó una imagen sucesoria y un símbolo para la posteridad; también se reveló -entre líneas- que la dinámica del poder heredado, conllevaría una conspiración permanente.

El mensaje. El autonombrado “proyecto de unidad” encabezado por el expresidente López Obrador hoy muestra fisuras, grietas y resquebrajamientos que ya no logran -o quieren- ocultar.

Escándalos, desplantes en pleno Zócalo, insubordinación, rebeldía, ausencias, reproches, aislamientos, filtraciones, problemas tributarios y escándalos judiciales. Mensajes reveladores que tuvieron, están y seguirán teniendo altos costos políticos. Buena parte del tablero político que heredó la presidenta, hoy se está reordenando. Ello es así, porque “el bastón le pertenece”; porque el poder, como señaba Michel Foucault, se ejerce y no se comparte.

A más de un año de la llegada de la presidenta Sheinbaum, confirmamos que el poder no es estático; su naturaleza es dinámica. Cobra vida en la acción, en la relación, en la subordinación y en el movimiento constante. Por más minado que su antecesor le haya dejado el camino, ella -con “A”- ha encontrado las alianzas, las vías y los recursos para despejarlo, para descarrilar a la mayoría de las “corcholatas” y seguir ascendiendo; siendo dueña del tablero, del recurso, la narrativa y la estructura.

El juego sucesorio de aquella noche de septiembre del 2023 quedó atrás. Semana a semana se “destapan” -incluso desde el oficialismo- escándalos de corrupción, crimen organizado, inacción y complicidad política propagados en el sexenio inmediato anterior; tirando por la borda el discurso de honestidad –“no mentir, no robar, no traicionar”- del expresidente y de sus más cercanos.

Aunque algunos todavía se siguen resistiendo a aceptar que las reglas del juego ya cambiaron, y otros tantos aún creamos que la “impunidad vertical” seguirá rampante, lo cierto es que el mensaje ya llegó hasta Palenque. Quien allá se resguarda, “descansa y se dedica a escribir”, entiende mucho de símbolos políticos. Al tiempo.

La despedida. Querida “R.”: escríbelo en una y mil planas: “el poder no se comparte”.

La firma. Tu amigo: “El Discursero”. P.D. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.

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