El saludo. Querida “República”: un bálsamo suele asociarse con propiedades medicinales, siendo un remedio que se aplica en heridas causadas por golpes o enfermedades. Pero para ti, representa mucho más que un consuelo; es un alivio necesario, incluso indispensable, para sanar el devenir de “La Cosa Pública”.

El mensaje. La semana pasada Ana Corina Sosa Machado hizo público un texto escrito por su madre -María Corina Machado-, al recibir en su representación el Premio Nobel de la Paz.

El mensaje, enfocado en la lucha del pueblo venezolano hacia la libertad, denunció la corrupción del régimen chavista y describió los pasos de su proceso dictatorial.

“El régimen se dedicó a desmantelar nuestra democracia: violó la Constitución, falsificó nuestra historia, corrompió a las Fuerzas Armadas, purgó a los jueces independientes, censuró a la prensa, manipuló las elecciones, persiguió la disidencia y devastó nuestra biodiversidad”.

Cualquier parecido con la realidad que hoy se vive en otras latitudes, incluido México, no es mera coincidencia.

El bálsamo requerido, lo sabemos, es de tipo estructural; y la ingenuidad no es uno de sus compuestos.

Tomará tiempo reconstruir un sistema que hoy se jacta de ser ilegítimo y antidemocrático. El binomio crimen organizado-corrupción política es una metástasis largamente incubada -y, peor aún, normalizada- que amenaza las funciones vitales de “La Cosa Pública”; y que manifiesta un creciente estado de crisis social, económica y política en nuestro país.

Pero más allá del diagnóstico del momento, y del cambio generacional requerido, vale la pena explorar el “bálsamo ciudadano” a nuestro alcance. Entre sus componentes se encuentra la denuncia del mal gobierno, sí; pero también la participación, la propuesta y el civismo. Porque las y los ciudadanos no podemos seguir siendo espectadores apaciguados; “entes perdidos” entre narrativas populistas de “izquierdas” o “derechas”; ni sujetos esperanzados en transformaciones y revoluciones que simplemente no sucederán.

Necesitamos moldearnos a partir del civismo colectivo; despertar esa conciencia que va más allá de la buena educación y que abona, mediante acciones cotidianas, a un gran banco de confianza social.

Debemos aplicar el bálsamo de una auténtica cultura cívica: respetar la ley aun cuando no somos observados, ceder el paso, ser solidarios con quien lo necesita, ser agradecidos, ser caballerosos, recoger la basura -incluso la que no tiramos-, intervenir ante una injusticia, inspirar a las nuevas generaciones.

En su mensaje, María Corina subrayó uno de los principales aprendizajes del pueblo venezolano en este difícil trayecto: “si queremos tener democracia, debemos estar dispuestos a luchar por la libertad”.

La despedida. Querida “R.”: a nosotros nos corresponde “aplicar el bálsamo”, dar la batalla cultural, defender nuestra vida democrática hasta el último aliento y, sobre todo, crear y moldear -desde el civismo y desde el ejemplo- el tipo de sociedad en la que queremos vivir.

La firma. Tu amigo: “El Discursero”. PD. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.

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