Leyó usted bien: ¿Quiere trabajar en ciertas áreas de COSTCO? Pues bien amigo, ahí “le dan trabajo” pero les tiene que pagar $50.00 diarios; ¡Ah! y sin recibo. Si en algo se ha distinguido Pancho nuestro señor gobernador, es en atraer inversiones nacionales e internacionales a nuestra entidad, y por supuesto, concretar algunas negociaciones que se iniciaron en el sexenio pasado; sin embargo Querétaro no está exento de injusticias sociales que, como siempre, perjudican a los más desposeídos. El pasado fin de semana, acudí a la tienda COSTCO ubicada en Plaza del Parque. Mi señora esposa y el suscrito realizamos algunas compras hogareñas y mi primer extrañamiento fue que al fondo de la instalación y en el centro de la misma, se encuentra un departamento abierto, obvio sin puertas, en el que la temperatura te congela hasta los huesos; los empleados portan guantes y chamarras “como Dios les da a entender” y los clientes, principalmente la gente de la tercera edad, sin no va vestida de esquimal, no puede entrar y sin bien le va… ¡salir viva! Más por humanidad que por caballerosidad, tuve que prestar mi gruesa chamarra a más de cinco ancianitas, mismas que por supuesto, tosiendo, estornudando y tiritando, llevaban de inmediato los alimentos congelados y contaminados a sus respectivos “carritos”; mientras esperaba yo con la paciencia de Job, mi esposa terminó las compras. COSTCO es  una empresa transnacional y multimillonaria. Los empleados de la tienda, todos amables e higiénicos, salvo la excepción aludida; sin embargo mi segunda impresión que casi me llevó al desmayo, fue la abultada cuenta, resultado de dos carros “hasta el copete” y nutridos por mi esposa. Tenemos para comer gracias a Dios, lo que resta del 2016. Lo grave del asunto, es que el jueves anterior, y le platico mis achaques para que sean el conducto del tema principal, me dio por volver a jugar foot-ball americano. Campo de pasto, shorts, playera, tenis y calcetas… con todos los jugadores y obviamente con… las ¡tacleadas! respectivas. Este deporte lo practiqué un par de años como  “Quarter Back” con los Frailes del Colegio Tepeyac (Estadunidense en esa época); sin embargo, le atribuyo al puro que me fumé después del partido, todo mi cuerpo adolorido, problemas para caminar, bañarme, sentarme y como decían las abuelitas: “todo molido”. Con semejante carga, tuve que acudir a un joven empleado de COSTCO, no sólo para que me ayudara a llevar los carritos al auto, sino de manera amable, (¿Cómo me vería?) nos acompañó a nuestra casa para también bajar las compras. Vivimos  en frente de COSTCO. Como siempre se me activa el “chip” de Abogado Laboralista, le comencé a preguntar por sus condiciones de trabajo y lea usted la triste realidad: Son entre 20 y 30 chavos de 18 a 20 años, los que trabajan con delantal y gorro de COSTCO y tienen la obligación de esperar la salida de los clientes y auxiliarles para llevar la mercancía a sus autos; otros laboran como los conocemos como “viene viene” y al final de la jornada le tienen que entregar a un tal Tomás de uniforme pantalón negro, camisa blanca con el logo de COSTCO la cantidad de $50.00 y sin recibo. El resultado de multiplicar 30 personas por 50 pesos, nos da un diario de “ganancia” de $1,500.00; al mes 45 mil y la pregunta es: ¿Se los queda el tal Tomás? O ¿Ingresa el dinero a la empresa? Me regresé, conservé con cada uno de los jóvenes por separado, la mayoría debería de estudiar y no ser el sostén del hogar y por supuesto me pidieron omitir sus nombres y no dar el nombre completo del tal Tomás. Aquí es donde deben de intervenir y los cito conforme vienen a mi memoria: Mis amigos y ex alumnos: Lic. Gerardo Vázquez Mellado de la STPS, para saber si la empresa cumple con las NOMs en lo que se refiere al “polo norte” abierto al público y la carencia del equipo necesario de los trabajadores que laboran en el iglú. Mis amigos y también ex alumnos Edgar Inzunza, Presidente de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje; Jesús Zúñiga Secretario General de la Junta y por supuesto mi otro amigo José Luis Aguilera Rico, secretario del Trabajo, para que a través de sus inspectores incorruptibles, certifiquen si existen o no violaciones a las Leyes. De seguro Pancho nuestro gobernador, no quiere este tipo de inversiones en el Estado y por eso Víctor Hugo al referirse al crimen de Jean Valjean: “La historia es siempre la misma. Aquellos pobres seres vivientes, aquellas pobres criaturas de Dios, sin apoyo, sin guía, sin asilo, quedaron entregados al azar”. Por desgracia, Querétaro se está entregando, en parte a este tipo de potencias extranjeras, y con ello,  también al… azar.

Desde luego amigo lector, usted tiene una mejor opinión.

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