Para Toñita de Sepúlveda (qepd), quién me enseñó que los árboles mueren de pie….

A propósito de la celebración pasada del diez de mayo, hoy comienzo con una reflexión del cantautor latinoamericano, Facundo Cabral: “De mi madre aprendí que nunca es tarde, que siempre se puede empezar de nuevo; ahora mismo le puedes decir basta a aquellos hábitos que te destruyen, a las cosas que te encadenan, a los que quieren dirigir tu vida por el camino perdido…”.

Al margen de la fecha y del consumismo que vivimos estos días en los que se conmemora “el día de la madre”, a veces un tanto exagerado, porque hay quién las recuerda sólo en estas fechas, los panteones se llenan de flores, hay una serie de flujos de personas en establecimientos comerciales, se hacen regalos, se presentan en las familias algunos llantos y rencores propios de la naturaleza humana, quizá los expertos en salud mental nos puedan explicar ese tipo de relaciones; me viene al pensamiento aquel bello poema de Ana María Rabbate y Servi, en el que dice: “nunca visites panteones ni llenes tumbas de flores, llena de amor corazones, en vida hermano, en vida…”.

Así, la madre, en concreto la mujer mexicana, ha sufrido una intensa transformación en el siglo XX y lo que llevamos del actual. Analicemos en retrospectiva, a principios del siglo XX la mujer mexicana, esencialmente, era una mujer dedicada a la familia, los hijos y su esposo. Bajo estas consideraciones, se comienza a tejer, según intelectuales como Samuel Ramos y Octavio Paz, una compleja relación entre el varón mexicano y su madre; Ramos sostuvo que el problema de la familia mexicana era ¡el exceso de madre, la ausencia del padre y la abundancia de hermanos!

El uso de la minifalda, la conquista del voto femenino, los espacios universitarios que comienzan a ocupar, así como las posiciones políticas de primer nivel: Griselda Álvarez, primera gobernadora en Colima, las primeras Ministras de la Suprema Corte, Cristina Salmorán de Tamayo y Fausta Moreno, al lado de una política de Estado de planificación familiar. Épocas de cambio sin duda para el México de aquel entonces. En Querétaro, la única Rectora que ha tenido la UAQ, la Mtra. Dolores Cabrera quien a diferencia del insulso, pequeño e irascible rector, que la sucedió, ella sí tuvo una visión de lo que es la Universidad Pública.

Sin embargo, la pregunta que debemos formular es: ¿Hoy qué significa ser madre? Y me refiero sobre todo a ese tipo de madres invisibles, la trabajadora doméstica, la viuda, la divorciada y estigmatizada, la madre soltera ambas con hijos y muchas veces presa del acoso sexual, como si en la frente trajeran el letrero de lo que Paz llamó “puta” (sic), qué decir de la madre que sufre violencia intrafamiliar al lado de una pareja ebria que la toma como “depósito de descargas seminales nocturnas”; o la vieja idiosincrasia vigente, en el sentido de que “a la mujer hay que tenerla como a la escopeta cargada y atrás de la puerta”.

En ese sentido, debemos valorar a nuestras madres lato sensu (madres y abuelas) y los hombres reflexionar sobre la forma en cómo nos conducimos hacia nuestra madre, darle su justa dimensión, apoyarlas, pues ya son 7 millones de hogares que están encabezados por madres solteras en México, según los datos del INEGI, al 2011. ¿Qué opinión hay de las autoridades internacionales de las y los niños que viven en los CERESOS con sus madres?

Nuevamente, y bajo el riesgo de ser repetitivo, pero en el municipio de Corregidora sigo observando a varias indígenas con sus bebés completamente discriminados, sucios y sin alimentación. ¿Qué dolor experimentarán dichas madres al no poder llevar a sus hijos a la escuela y a proporcionarles una vida digna? ¿Y sus derechos humanos? En qué podemos aterrizar los encuentros y la literatura de las clases medias sobre el feminismo y la lucha por los derechos. ¡Turismo académico sin resultados en la práctica de nada sirve! Menos la incongruencia de algunos “personajazos” que por un lado se rasgan las vestiduras ante estas circunstancias y por el otro, lo propician.

En ulterior ocasión con motivo del día internacional de la mujer me pronuncié sobre las mujeres invisibles: la migrante, la trabajadora doméstica y la indígena, sumemos a ellas al cúmulo de mujeres – madres que son víctimas del acoso, la discriminación y demás sufrimientos que por abnegación o callan o se radicalizan. El problema de la madre mexicana no es exclusivo de una clase social, en ocasiones en las clases altas existe una mayor discriminación a su rol, ya que son vejadas y ultrajadas, pues tienen que aguantar al marido en sus excesos y en ocasiones el amasiato que éste acostumbra, todo ello con abnegación y cuidado.

En nuestra sociedad existen grandes mujeres, y son aquellas que día a día trabajan y sacan adelante a su familia, honrémoslas desde las instituciones. Sin embargo, la pregunta sigue sin respuesta, ¿Qué significa ser madre? El debate está abierto.

Doctor en Derecho por la Universidad Panamericana y Especialista en Justicia Constitucional.

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